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Las respuestas del Hno. Gabriel a los desafíos de hoy
reflexión con motivo del encuentro de la Familia Sa.Fa. en Córdoba (noviembre de 2014)

Las respuestas del Hno. Gabriel a los desafíos de hoy

I-¿Desde dónde responde Gabriel? Realidad externa y mundo interno

El Hno. Gabriel Taborin nace el primero de noviembre de 1799 en el contexto de la Revolución Francesa. Su vida, su vocación y su misión se desarrollan dentro de ese contexto socio-político- religioso y en el posterior contexto de la restauración.

Muere en 1864 y durante todos esos años la evolución social, política, religiosa y educativa sufren grandes vaivenes. En medio de ellos se desarrolla la vida del Hno. Gabriel y la fundación del Instituto de los Hnos. de la Sagrada Familia.

Sin duda que el contexto eclesial, el desarrollo de la Iglesia, su reorganización, el proyecto pastoral y la restauración influyen en el proceso del Hno. Gabriel como influyeron las experiencias de la Revolución y los posteriores acontecimientos sociales y políticos de esos años.

Un aspecto clave en esa reorganización del Estado y de la Iglesia fue el tema del entramado social, la educación y la pastoral. En ellas se involucra también la Comunidad de los Hnos. de la Sagrada Familia y muchas otras congregaciones que surgen en la época para colaborar en esa misión.

En 1779 las heridas de la Revolución no han cicatrizado todavía. En las zonas rurales de Francia, muchos grupos de cristianos celebran la fe y la defienden en la clandestinidad reuniéndose en los graneros, las bodegas de las granjas y casas de campaña, en los sótanos y lugares alejados para rezar y mantener la fe. La fe en estos contextos es parte fundamental de la cultura de esos pueblos. Personas valientes esconden a los sacerdotes que viven en la clandestinidad, para salvarlos de la persecución religiosa. Los pueblos de la campaña, sobre todo, han quedado sin maestros ni sacerdotes referentes del entramado cultural. Muchos niños, jóvenes y familias han quedado en el abandono y muy desprotegidos debido a los acontecimientos vertiginosos y cambiantes de esa época. La carencia cultural, religiosa y material es muy grande en esos momentos en los pueblos de las zonas rurales.

En este tiempo de calma tras la tormenta, que condicionará el nuevo siglo que nace, cerca de la frontera entre Francia y Suiza, en las montañas del Jura, a 730 metros sobre el nivel del mar, en un pueblo llamado Belleydoux de 700 habitantes, a unos 100 Km de Lyon y otros tantos de Ginebra, nace el Hno. Gabriel Taborin Poncet.

Además de todo lo dicho, en la última parte del siglo XVIII, lo más preocupante es la progresiva descristianización en varios países europeos. El choque con la racionalidad no deja indiferente a la Iglesia: muchos de los llamados ilustrados entran en polémica con la Iglesia por considerarla una de las instituciones oscurantistas del pasado a las que hay que eliminar o sencillamente prescindir de ellas. Esa lucha hace mella mediante publicaciones, panfletos, etc. Y mediante expresiones más profundas como la enseñanza, la pedagogía, la literatura, el arte.

Las reacciones de revitalización propiciadas por las misiones populares, las cofradías (asociaciones de laicos) que enseñan la doctrina cristiana, los catecismos, la educación popular, etc., producen sin duda sus frutos pero no llegan a cambiar una tendencia que apuntaba ya hacia un debilitamiento del cristianismo en Occidente. La mentalidad es cada vez más racionalista y menos mística. En ese medio nacen manifestaciones que tendrán gran influencia como la masonería y las asociaciones anticlericales.

Por otra parte la incipiente industrialización, comenzada en Inglaterra y que ponto se extenderá por los diversos países europeos inicia un movimiento de personas y una confianza en la máquina y en la capacidad humana de un progreso ilimitado que llevaba a una esperanza de poder mejorar las condiciones de la vida humana en todos sus aspectos y que tendrá su expresión en los siglos siguientes.

Percibo, en este contexto y por lo que le toca vivir, que Gabriel es un hombre que se siente parte de ese mundo, de esa Iglesia y responsable de lo que ahí pasa porque así lo ha recibido, lo ha mamado de su familia y de su entorno. Su familia vive inmersa en esos acontecimientos y comprometida con la defensa de la vida, la cultura propia y la fe. Este testimonio lo recibe de sus padres, parientes, padrinos y del resto de la comunidad de su pueblo.

  • Se siente como cristiano con una misión en la Iglesia y en el mundo: cuidar y animar a la comunidad y formar a los continuadores de esa obra. Se siente testigo y profeta de Dios en lo cotidiano de la vida y a través de acciones que inciden en el desarrollo de la vida.
  • Su intuición e intención vocacional es (el sello, marca, estilo propio de esa misión-vocación): recordar que Dios es familia y que la tarea clave es lograr que los hombres sean familia. Su intuición consiste en ser MEMORIA del misterio de Dios, construir la comunidad, propiciar la fraternidad, todos hermanos hijos de un mismo Padre. Su INTUICIÓN E INTENCIÓN logra sintetizarla en la “VOCACION DE HERMANO”: “Todos hermanos hijos de un mismo Padre. No llamen a nadie padre, maestro o señor pues todos somos hermanos” (Mt. 23,8-13). “Aprecien el nombre de hermano y no se hagan llamar por otro nombre” (Hno. Gabriel). Por esto mismo dedica todo su esfuerzo a la fundación de una Comunidad de Hermanos en un contexto no favorable a lo comunitario y la horizontalidad ni en el sociedad ni en la iglesia.
  • Interpreta la realidad de su tiempo. La cultura intenta construir un mundo sin Dios, una escuela sin Dios, una sociedad sin Dios, un hombre autosuficiente y autónomo desde su propia ilustración que corta las relaciones fundamentales que lo alimentan y constituyen: Relación consigo mismo, con los demás, con Dios y con la naturaleza. El hombre y su inteligencia se ponen en el centro de la historia.
  • Su experiencia de hombre de fe y las circunstancias le llevan a dar respuesta a esa situación, a potenciar, a cuidar y a cultivar determinadas dimensiones que generan vida, cultura, desarrollo de la fe. A cuidar determinados ambientes donde se desarrollan tanto la vida, como la cultura, como la fe y determinadas prácticas tanto pedagógicas como pastorales. Entiende la ón con Dios como el aspecto clave para comprender el sentido de la vida humana y de la historia de los seres humanos y esto será impronta de todo su accionar y la que cuidará con mayor pasión.
Dimensiones:Humana (laica, lo cotidiano)comunitariatranscendente
Ambientes:Núcleo familiar, familiaescuelaparroquia
Prácticas:Educar la conciencia(diálogo fe-cultura)Catequesis
Educar el corazónpastorear, acompañarCelebrar la liturgia
Educar la inteligenciaeducar los vínculoseducar la dimensión transcendente

Algunas de las vivencias fuertes que conformaron su personalidad

  • Una vida y una personalidad “rica en humanidad”, recibidas del entorno familiar, social y eclesial. Los vínculos, los referentes, los ámbitos, la interiorización, la confrontación, las decisiones, las opciones, las rupturas, las adversidades, el hacerse cargo de la realidad van conformando el entramado humano, una interioridad rica en humanidad cuidada por sus padres y educadores.
    Animador por naturaleza, despertador de conciencias, constructor de relaciones y vínculos, de una fe inquebrantable, apasionado por la vida porque experimentó en carne propia cómo fue cuidada la suya. Educador fiel, lleno de pasión, constante, tenaz, tesonero, entrenado en el esfuerzo, en la compasión, en la prueba. Resiliente, transformado por la fe, la paciencia, la compasión y comprensión propias y de su acompañante Mons. Devie.
    Humillado por el mal, por el que venía de su propia pobreza, como él reconoce, y por el que le venía de los demás; se va purificando, verificando, liberando, transformando.
    Caminante, itinerante en continua progresión; amante apasionado de su proyecto y constructor permanente de vínculos y relaciones con los actores más diversos que muchas veces no le facilitaron nada su proyecto. Abierto y atento, vigilante y creativo para encarnar su proyecto de Hermano y de animador de la comunidad. De fuertes convicciones que muchas veces lo ataban a su propio modo de mirar la vida y los acontecimientos y le complicaron la vida. Enriquecido humanamente por la tierna preocupación de sus padres, especialmente de su madre.
  • “El espíritu de fe”, una fe inquebrantable, sólida, lúcida y puesta a prueba que se hizo núcleo generador de su personalidad. La vinculación transcendente fue fundamental. Fe que fue heredada, cultivada y sobre todo probada por las adversidades y sus propias limitaciones. Fe solida porque supo dejarse acompañar, porque no escatimó esfuerzos y porque se acostumbró a intimar con sus íntimos y sobre todo con el Señor en largos ratos de oración donde se fue templando y configurando la entereza de ánimo y la esperanza sin límites en la Providencia.
    “Si los Hermanos están siempre animados de este espíritu de fe, tendrán siempre esta pureza de intención que nos hace realizar todas las cosas para mayor gloria de Dios, por su amor, para agradarle, y de este modo no perderán todo el fruto de sus sufrimientos… Procurarán no buscar su propio interés o su propia satisfacción, no elegir lo que más les gusta a ellos, en lugar de elegir lo que más agrada a Dios. Procurarán no realizar las acciones por rutina, por propio interés, por criterio propio y gustos personales, para ser vistos y llamar la atención de los demás o por cualquier otro motivo natural. Seguirán más bien el consejo de San Pablo que recomienda a los primeros cristianos realizar todas las acciones por Cristo y en Cristo”. (N.G Nº 242)
  • “El proceso de acompañamiento”, experiencia que le permite cambiar la óptica, la mirada, la opinión muy personal, dura muchas veces. Esto transforma su personalidad y visión de la vida. Estas posturas estuvieron marcadas por su temperamento fuerte, exigente, impulsivo y batallador. En esto pagó su precio, lo podemos ver en las entrevistas con Mons. Devie, por su tenacidad y convicción personales de nunca dejar a pesar de los desánimos porque tenía fe. Así llegó a ser, y no sin muchas dificultades y un largo camino de aprendizaje y purificación, un padre compasivo y comprensivo sin dejar de lado la responsabilidad de conducir a su comunidad. Soñador y realista, trabajador incansable para organizar su comunidad. No era iluso, la realidad le enseñó a negociar y crear las propias estrategias sin callarse ni dar por terminado nada.
    Es muy interesante en todo esto constatar el camino de humildad-verdad, que hizo para llegar a esta postura de fe y de confianza. Nada como el camino de la humildad que recorrió para descubrir cómo se hizo emprendedor, creador de nuevas realidades a partir de sus limitaciones.
  • “El trabajo agotador y las adversidades”, la entrega generosa que pulieron esa personalidad hasta lograr una disponibilidad y entrega total hasta el agotamiento sea en la preocupación por sus Hermanos, sea en la consolidación del Instituto debido a la pobreza de medios.
    “Ahora, queridos Hermanos, ya he cumplido la misión que me encomendó la Providencia. Me alegraría mucho haberlo hecho como se lo merecen Dios, la Religión y Uds.
    Lo que sí puedo afirmarles es que ésa ha sido mi intención. He trabajado con entrega total, sin respeto humano, esforzándome, afrontando las dificultades, convencido de que los hombres no pueden nada contra aquel a quien Dios protege. Pronto se va a acabar mi vida, también tendré que responder a todas las personas que confió a mi responsabilidad… recen por mí. La oración, digámoslo una vez más, ha sido la piedra angular de nuestro Instituto; será también una de las columnas más fuertes para mantenerla en pie”. (Presentación del Nuevo Guía, 1858)

II-. ¿Cómo responde y a qué apunta Gabriel con su respuesta?

Damos algunas ideas respecto hacia dónde apuntan las respuestas de Gabriel: “al cultivo de la vida por la creación de nuevos vínculos, a imagen de la Comunidad Trinitaria, a través de acciones como la educación, la catequesis y la liturgia porque inciden directamente en la conformación del sentido de la vida”.

  • El núcleo de lo carismático es: “ser testigos del estilo de las relaciones de Dios que es comunidad-familia, que cuando aparece entre nosotros aparece “en familia y como familia, la Sagrada Familia de Nazaret”. Estas fueron sus fuentes de inspiración además de la experiencia familiar que fue clave en el proceso vocacional y, a través de su familia y de su madre, en el nombre que pone a la Comunidad de los Hermanos.
  • Gabriel se ve marcado fundamentalmente por una experiencia que contrasta por las fuertes PRESENCIAS Y AUSENCIAS experimentadas en su vida: la experiencia familiar y la situación socio-económica de su tiempo. Haberse sentido amparado, acogido valorado y el abandono en que se encontraba la mayoría de sus compañeros.
  • La sensibilidad por el valor de la vida forjada por sus vínculos, relaciones, presencias frente al desamparo de muchos, sus propios niños compañeros, que carecían de los ámbitos necesarios para cultivarla. Ante ese fuerte juego de contrastes Gabriel sabe dar una respuesta. Su particularidad consiste en consagrarse a ser testigo y memoria de algunas dimensiones claves para “salvaguardar la dignidad humana”, el valor de la vida humana a la luz de su vinculación con Dios. Gabriel entiende que eso se consigue, sobre todo, atendiendo de manera especial determinados ámbitos que sirven a la vida:
    • La cultura, sobre todo en la línea de la formación de la conciencia, los sentimientos, el corazón y la inteligencia, los valores, el sentido del más allá, el sentido de la vida, la dimensión dialogal y comunitaria de la persona, el sentido de lo sagrado que se trasluce en todas sus propuestas.
    • La educación como ministerio-tarea-misión para desarrollar e incorporar posturas que permitan la luz, la verdad, la belleza, la virtud, el discernimiento. Enseñar a vivir y a morir.
    • La liturgia como expresión, anticipación y celebración del misterio de la vida.
    • La catequesis como camino pedagógico que permite poner a Dios en el horizonte de la vida. En resumen a través de la animación de la comunidad donde se encuentra y formando futuros animadores de esa comunidad.

Gabriel recuerda que los niños, los jóvenes, las familias deben ser protegidos y formados de una manera especial porque son los más frágiles en el desarrollo de la vida. Y para ello era necesario mantener determinados ámbitos concretos, o incluso, crear lugares donde convocar, juntar, congregar, permitir el encontrarse con los otros, que es lo que posibilita el auténtico crecimiento de la persona y sus modos de relación. Diríamos hoy: provocar la comunidad de los aprendizajes, la reciprocidad, compartir la fe.

III-. Ante nuestra realidad cultural de hoy ¿Cuál es la respuesta desde nuestro carisma Nazareno?

A-. Reducciones peligrosas de lo humano en nuestra cultura

Nuestra cultura occidental del bienestar, del consumismo, del inmediatismo como proyecto y meta de la vida favorece algunas reducciones de la realidad humana que peligrosamente atentan y desfiguran a la persona. Es por eso que estamos en una emergencia social y religiosa que está pidiendo una intervención de la educación como camino y ejercicio humanizador. Crear y cultivar la conciencia.

Las reducciones peligrosas de lo humano, de su carácter relacional y transcendente que detectamos:

  • Reducción de la identidad. Una serie de teorías de corte zoológico-naturalista-genético están apareciendo para justificar lo puramente placentero, la ideología de género y quitar la dimensión intencional, vivencial, amorosa, erótica-espiritual de la relación humana.
  • La reducción del diálogo, de la compañía y del roce humano. Reducción de los componentes, de las relaciones en la familia y el cara a cara. Tendencia a los proyectos unipersonales alejados de cualquier compromiso y reciprocidad, del involucrarse con otras personas, del hacerse cargo.
  • La reducción de los espacios comunitarios dado el carácter individualista. Los niños, las personas con limitaciones deformaciones, los ancianos parece que estorban.
  • Reducción de los tiempos de relación que se traduce en una disminución del “cara a cara”. Este quizás sea el drama mayor de hoy y el que más problemas humanos suscita. Tendría que ser la prioridad en los métodos y contenidos de la educación. “El rostro y su expresión, el cara a cara y el compartir las vivencias es la experiencia existencial que mejor expresa lo imprescindible de la relación en el nacimiento, crecimiento y desarrollo humano”. Lo virtual ha comenzado a llenar los espacios vacíos. Los hogares desmembrados acentúan las soledades infantiles. Este niño que crece solo ante la pantalla sin nadie que le hable, que le narre, que le escuche, que vive de la computadora o de la televisión, se vuelve cada vez más solitario, más burocrático, más y más apático emocionalmente ante la llamada de la realidad del otro.
  • Reducción de la normatividad axiológica. El desconcierto afectivo, la publicación de las intimidades, la falta de sostén emocional ha provocado un “politeísmo axiológico” donde los referentes apenas proporcionan escalas de valor. Y no las dan porque no hay espacios para la relación y el “cara a cara”, ni experiencias de relaciones fuertes y estables. Todo esto facilita una “tolerancia de baja calidad” donde cada uno hace lo que más le gusta y de la forma más fácil y rápida. Esta falta de “hondura moral” es peligrosa cuando la gente se mueve a impulsos de sentimientos y emociones a flor de piel con bruscos cambios de opinión. A esta situación de “ausencia humana y afectiva” hay que agregarle los medios de comunicación que se convierten en madre y maestros.
    Esta falta de contención-convivencia-compartir experiencias está produciendo todo tipo de quiebres y hundimientos. Familias de desapego, grupos incapaces de simbiosis, desarraigos con una cantidad de problemáticas en cuanto a las respuestas emocionales: ansiedad, negación, silencio, desprotección, aislamiento, incertidumbre, sentido de culpa, sensación de incapacidad, inseguridad, etc.
    Los jóvenes de hoy por toda esta realidad invierten, aunque parezca mentira, afectivamente y racionalmente en los “valores finales”: pacifismo, tolerancia, ecología, fiesta, compañía, placer, gozo, amistad.
    A la par que presentan grandes fallos que traen de la casa (tarea que se delega a la escuela) en la adquisición de los “valores instrumentales”: esfuerzo, responsabilidad, compromiso, abnegación, renuncia, trabajo bien hecho, paciencia que son los medios y herramientas necesarias para llegar a los “valores finales”. Esto produce una doble frustración de no llegar a los valores a los que aspiran y de darse cuenta que no tienen los medios necesarios.

B-. Proceso de humanización según el Evangelio

  1. Humanizar y humanizarse implica bajar a la pequeñez de cada situación humana. Humanizar, según el proyecto de Jesús en las Bienaventuranzas implica compasión, misericordia, acercarse, austeridad, desapropiación, vigilancia, paciencia y lucha.
    En la experiencia y en la propuesta de Gabriel es el Misterio de la Encarnación, el Nazaret de cada día. “Bajo el humilde techo de Nazaret encontrarán la paz y la alegría”.
  2. Humanizar implica fraternizar, hacerse hermano. Trabajo personal, trabajar sobre la propia realidad, asumirla. Pero para sostener ese trabajo y caminar hacia la fraternidad, la comunión es necesario un proceso de filiación y de reconocimiento de un Padre generador de la fraternidad. Cualquier proceso serio de humanización implica proceso de fraternidad, de compasión y éste, a su vez, exige un proceso de filiación, de un Padre común.
    En la experiencia y el anuncio de Gabriel es el cultivo de la experiencia de fe, la confianza en la Providencia, saberse hijo de Dios, mirado y mimado por Dios y miembro, parte de una familia. Sin Dios la vida pierde sentido y proyección.
  3. Ante un mundo dirigido por un sistema racionalista-neoliberal-individualista-inhumano, el signo de los tiempos, es la preocupación creciente por las víctimas y los excluidos por este sistema, el avance de la experiencia del voluntariado, médicos sin fronteras, grupos de servicio, experiencias cooperativas, etc. Crece la sensibilidad solidaria y comunitaria, como grano de mostaza, pero crece. Esto es el signo del “dedo de Dios” en la historia actual.
    La experiencia y la propuesta de Gabriel compasivo, que sabe mirar a su alrededor, que se involucra y crea es orientadora. El “toda clase de obras buenas” es indicador.

C-. La respuesta hoy desde el carisma Nazareno

EN UN MUNDO QUE SE MIRA A SÍ MISMO:

  • “Una mirada empática, de fe, y no solamente simpática, emocional”.
  • “Una mirada humana, tierna y fraterna”.
  • “Una mirada laboriosa, silenciosa, no espectacular, abierta, generosa”.

EN UNA CULTURA QUE PRESCINDE DE LA FE: SER MEMORIA-TESTIGOS DE DIOS

Parece ser que los cristianos nos hemos vuelto irrelevantes porque hemos dejado de ser simbólicamente significativos convencidos de que tenemos algo que contar y narrar. Hemos dejado de ser lo que somos, nos hemos diluido. Hemos perdido fondo, capacidad contemplativa. Lo mismo podríamos decir del educador o de las figuras parentales. Pareciera que lo que nos falta son hombres y mujeres de Dios. Ausentes los referentes, como en otros campos, las gentes han seguido buscando “gurus-guías”.

No es que haya desaparecido el sentido de lo religioso, sino que ha mutado, especialmente por falta de testigos de lo eterno. Nos hemos metido en el mundo pero no hemos sido capaces de meter en el mundo la luz y la sal del Evangelio. Este abandono de lo eterno, de la transcendencia, de la horizontalidad o ideología se nos ha metido también en nuestros Colegios, centros de enseñanza, familias, realizaciones. ¿Sobrevivirá una fe así concebida? Si no pasamos a sentir “el ser bautizados” como actitud existencial que introduce el misterio de la Trinidad en la historia, nuestras instituciones seguirán siendo refugios pero no lugares de sentido vital.

1-.Ayunando: amor al silencio, al retiro, humildad, sencillez.

No es seguro que lo evangélico, por otra parte, vuelva a entusiasmar a un mundo que no quiere ayunar ni privarse de nada, que quiere las cosas ya y a su gusto. La pobreza-el desapego aparece como el inicio el camino en las bienaventuranzas y la codicia-apego como el impedimento. Hoy ayunar no es comer menos, eso ya lo recomiendan los dietólogos, sino ponerse en situación de pobreza y humildad, de sentirse necesitado de otro, en la postura de hijo. Es aceptar que no lo podemos todo, ni lo sabemos todo y nos necesitamos. “Quien es humilde reconoce que todos sus talentos, sus bienes y sus posibilidades vienen de Dios y, en lugar de hacer ostentación de ellos, los oculta cuando puede y los tiene guardados bajo la llave de la modestia”. (Nº. 259 N.G.)

2-. Trabajando… Amor al trabajo, a la entrega, al desprendimiento.

El proceso de la maduración personal es el proceso obligado que hay que recorrer para llegar a ser hombre de verdad, sin mentiras camufladas ni resistencias impenetrables. El hombre que desea recorrer este camino tiene que aprender a asumir responsabilidades y afrontar los conflictos que le competen. Tiene que aprender a amar, a sufrir por amor a resistir frente a desavenencias y críticas de quien siempre protesta y desea volver al seno materno y a las cebollas de Egipto. Llegar a ser hombre implica asumir el riesgo de adentrarse en el desierto y experimentar el camino del hambre y de la sed.

“Lean, queridos Hermanos, sobre todo el libro de su conciencia; los conocimientos que nos ofrecen los otros libros son inútiles, si no sabemos leer en éste. Uno de los fines del Instituto es la educación de los niños en la escuela primaria. Cultivemos inteligente y cuidadosamente esta hermosa parcela.

La instrucción y la educación son dos cosas que se confunden con frecuencia. Por sí sola la instrucción no basta para formar a un hombre honrado, a un ciudadano, a un verdadero cristiano. Hay que añadir a ello la educación, es decir, hay que enseñarle a encauzar su conciencia y sus costumbres y proporcionarle a la vez luces y fuerzas que le ayuden poderosamente a cumplir sus deberes para con Dios, para consigo mismo y para con sus semejantes”. (Circulares a los Hnos. 30 de julio de 1856)

3-. Orando… Espíritu de fe, una fe cultivada, comprometida.

Orar adorando. Orar dialogando con la fuente de la vida. Concédenos Señor escuchar de tal manera tu Palabra que brote en nosotros un surtidor que salte hasta la vida eterna. A la caída de tarde también se nos examinará en la oración. Si no oras no eres, que según el Evangelio es tratar de amor con el Padre. “Queridos Hermanos, ¡cuánta necesidad tengo de oraciones! Les pido, que como hijos que son, recen por mí. La oración, digámoslo una vez más, ha sido la piedra angular de nuestro Instituto; será también una de las columnas más fuertes para mantenerla en pie”. (Presentación del Nuevo Guía, 1858)

Desde esta perspectiva el sí triunfará sobre el no; sin la oración el no triunfará sobre el sí. Formas del triunfo del no: el consumismo, el hedonismo, el individualismo burgués, la impotencia sin compañeros para el cambio, la duda, el arribismo. Sin una conversión interior reducimos la entrega a una causalidad material y ahí nos quedamos. Hace falta más aire, más oxigeno.

Necesitamos discernir las ambiciones apostólicas. Nuestra mayor aportación a la salvación del mundo es vivir el Misterio Pascual. Vivir el primado de la unión con Dios, a partir de una oración verdadera, ayuda a evitar los activismos de escasa eficacia, nula y hasta perniciosa eficacia.

N.G. N° 649 “Los medios más eficaces para educar el corazón de los alumnos a la piedad cristiana son: la oración, la enseñanza de la religión y, como ya hemos dicho, el buen ejemplo. Así pues, los Hermanos rezarán por sus alumnos y los acostumbrarán a rezar con frecuencia”.

4º-. Generando cultura.

Educar la conciencia, educar el corazón para cambiar la mentalidad, para poder discernir y generar una verdadera cultura que asume la dignidad de la persona y de la vida como el valor mayor. Generar cultura que dignifique la vida, las relaciones y la transcendencia de la persona.

La generación de cultura, del saber, de los caminos pedagógicos surge fundamentalmente de una actitud de escucha, presencia y acompañamiento de las personas y situaciones. Obediencia a la realidad, obediencia a los otros, obediencia a la Palabra. Hablamos de obediencia como capacidad de escucha, diálogo, de confrontación, de asumir una visión común y construida en comunidad. Esto nos permite:

  • Elaborar y hacer propuestas
  • Innovar acciones
  • Elaborar proyectos
  • Construir equipos de trabajo
  • Lograr consensos
  • Sumar todos los actores a los proyectos
  • Construir la comunión y el bien común

Recordemos que el “hecho educativo-el acto de educar” implica una coherencia y equilibrio entre: la instrucción, la educación y la proposición de la fe. El Hno. Gabriel lo tenía esto muy claro ya en su época y hoy vemos que se vuelve sobre las competencias para la vida.

5º-. Ofreciendo el Carisma SAFA como una buena noticia para nuestra cultura

Veamos algunas dimensiones asumidas por el Hno. Gabriel propias del carisma y que hoy son buena noticia para esta cultura.

  • La imagen de la “casa de Nazaret”. La casa por la que tanto luchó el Hno. Gabriel y donde empieza toda su experiencia vocacional. La casa como el lugar concreto de encarnación de la Comunidad, de la familia, de la vida. El ámbito natural donde se desarrolla la vida, el núcleo de las relaciones, el marco histórico y geográfico donde discurre la vida. Necesitamos recuperar este espacio y lugar concreto, lo pequeño donde se gesta la vida, lo cotidiano donde discurre la vida. El pesebre de Belén, la casa de Nazaret, la Cruz del Gólgota, el Sepulcro vacío.
  • El Misterio de la Encarnación. El valor de lo humano, el hacerse cargo de la realidad y cotidianeidad de la vida sin lo cual no hay proceso de transformación, ni misterio de la Pascua. El Hno. Gabriel quiso ser laico y permanecer en esta realidad del que se encuentra con lo humano, para valorar la cotidianeidad de la vida humana. Bajar y abajarse, recorrer el camino de lo humano donde ya están las semillas de toda experiencia religiosa.
  • La Fraternidad, ser Hermano, permanecer Hermano permiten descubrir la identidad, la subjetividad, la intersubjetividad. Permite descubrir el sostén de la vida, el don de la paternidad, la referencia y la intencionalidad sin las que no hay sentido.
  • La Comunidad contemplativa y solidaria, la reciprocidad, el encuentro, el nosotros ante la soledad radical que sufre nuestra cultura. Necesitamos con nuestro carisma volver a rehabilitar el corazón herido, ese misterio íntimo de donde se siguen todas las debilidades y complejos del ser humano, donde experimentamos el límite del deseo ardiente y quede “sustituida, esa soledad, por una comunión de intimidad con el misterio”. Contemplar la realidad para asumirla como comunidad, como familia. Dios, el misterio enigmático que nos atrae, se nos ha hecho “Abba” en Jesús de Nazaret precisamente al asumir nuestra soledad en él. Este es el misterio de la Trinidad, de la Encarnación, de la Familia de Nazaret, de la Pascua. Esta es nuestra riqueza carismática a ofrecer hoy a la soledad de tanta gente.
  • Al servicio de la sociedad y de la Iglesia, (Toda clase de buenas obras). Laicos en la Iglesia y en el mundo recordando que lo más valioso es la realidad humana, que Dios viene a ella. “La idolatría de nuestros días es la compulsión de la seguridad a toda costa, sea como sea”. El descubrimiento de la vida de los dolientes, y la implicación compasiva hacia ellos, nos descubre el sentimiento compasivo: nos hace tocar las propias heridas, heredadas o producidas en el intento de desarrollarnos como personas. “Sólo la comunión nos hace caer en la cuenta de que todos estamos heridos y nos lleva a descubrir la contingencia y la carencia propia y ajena y a trabajar por la fraternidad”.
  • Valoración de lo cotidiano, de la cotidianeidad ante tanta espectacularidad, exposición, aparatosidad, necesidad de ser visto, reconocido, expuesto para poder ser.
    Esta tendencia genera más vacío; descubrir el “propio espacio, lugar” como medida de la madurez y valorarlo adecuadamente es una conquista de la sabiduría de la vida. Este lugar nada tiene que ver con el éxito social, o el reconocimiento de los demás. Es un sitio interior, una actitud de ligereza en la asunción de todas las capas de lo que uno es, aquellas para las que ni siquiera tenemos palabras. Un lugar en el que ni siquiera importa lo que los demás opinan de nosotros, ni mucho menos la idea que nos hacemos de nosotros. “Un espacio íntimo, lugar de serenidad e intimidad, desde el que descifrar los secretos de la vida”. Este lugar solamente se puede señalar como “lo escondido”. Donde aprendemos a descifrar la vida; donde buscamos que nos entregue su tesoro más preciado, aquel que no se puede arrebatar a fuerza de esfuerzo, el que no se compra con todo el oro del mundo, el que podemos perder de una manera tan sumamente fácil.
  • Hacer, a través del “espíritu de cuerpo y de familia”, que nuestras comunidades sean espacios entrañables. Hacernos entrañables también nos remite “al fuego del hogar, de la comunidad, de la comunión, de la unión íntima” aspiración central de todo ser humano cuya respuesta la encontramos en el seno de la Trinidad: “el sueño del hogar común”, el “espíritu de cuerpo y de familia”, “la fraternidad universal”.
    El hogar es el lugar entrañable, sobre todo porque de ahí venimos y hacia él deseamos volver con todo lo vivido en nuestra historia. En él nos acogemos cuando las inclemencias de la vida nos empujan y nos hielan el corazón. Personas entrañables son las acogedoras, las que nos acogen con gratitud, como si estuvieran recibiéndonos no por obligación sino como un regalo.

Hno. Aurelio ARREBA
1° de noviembre de 2014