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Itinerario del Fundador, Hno. Gabriel Taborin
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Itinerario del Fundador,
Hno. Gabriel Taborin

El Hno. Gabriel Taborin nace el primero de noviembre de 1799 en el contexto de la Revolución Francesa. Su vida, su vocación y su misión se desarrollan dentro de ese contexto socio-político- religioso y en el posterior contexto de la restauración socio-político-religiosa.
Muere en 1864 y durante todos esos años la evolución social, política, religiosa y educativa sufre grandes vaivenes. En medio de ellos se desarrolla la vida del Hno. Gabriel y la fundación del Instituto de los Hnos. de la Sagrada Familia.
Sin duda que el contexto eclesial, el desarrollo de la Iglesia, su reorganización y restauración influyen en el proceso del Hno. Gabriel como influyeron las experiencias de la Revolución y los posteriores acontecimientos sociales y políticos de esos años.
Un tema clave en esa reorganización del Estado y de la Iglesia fue el tema de la educación en ella se involucra también la Comunidad de los Hnos. de la Sagrada Familia y muchas otras congregaciones educacionistas que surgen en la época para colaborar en esa misión.
En 1779 las heridas de la Revolución no han cicatrizado todavía. En las zonas rurales de Francia, muchos grupos de cristianos celebran la fe y la defienden en la clandestinidad reuniéndose en los graneros, las bodegas de las granjas y casas de campaña, en los sótanos y lugares alejados para rezar y mantener la fe. Personas valientes esconden a los sacerdotes que viven en la clandestinidad, para salvarlos de la persecución religiosa. Los pueblos de la campaña, sobre todo, han quedado sin maestros ni sacerdotes referentes de su vida social. Muchos niños, jóvenes y familias han quedado a la intemperie y muy desprotegidos debido a los acontecimientos vertiginosos y cambiantes de esa época. La carencia cultural, religiosa y material es muy grande en esos momentos en los pueblos de las zonas rurales.
En este tiempo de calma tras la tormenta, que condicionará el nuevo siglo que nace, cerca de la frontera entre Francia y Suiza, en las montañas del Jura, a 730 metros sobre el nivel del mar, en un pueblo llamado Belleydoux de 700 habitantes, a unos 100 Km de Lyon y otros tantos de Ginebra, nace el Hno. Gabriel Taborin Poncet.
Percibo, en este contexto y por lo que le toca vivir, que Gabriel es un hombre que se siente responsable del mundo y de la Iglesia porque se sabe en este mundo y en esta iglesia. Su familia vive inmersa esos acontecimientos y comprometida con la defensa de la vida y de la fe. Ese testimonio lo recibe de sus padres de su padrino y del resto de la comunidad de su pueblo.
  • Se siente como cristiano con una misión en la Iglesia y en el mundo: animador de la comunidad y formador de animadores. Testigo y profeta de Dios, memoria viviente de su proyecto.
  • Su intuición e intención vocacional es “el sello, marca, estilo propio de esa misión-vocación, que no es sino, recordar que Dios es familia y que la tarea clave es lograr que los hombres sean familia”. Su intuición consiste en ser MEMORIA del misterio y esencia de Dios, “ser comunidad de hermanos hijos de un mismo Padre”. Su INTUICIÓN E INTENCIÓN logra sintetizarla en la palabra “HERMANO”.
    “Todos hermanos hijos de un mismo Padre”. “No llamen a nadie padre, maestro o señor pues todos somos hermanos”. (23,8-13)
  • Interpreta la realidad de su tiempo. La cultura intenta construir un mundo sin Dios, una escuela sin Dios, un hombre autosuficiente que corta las relaciones fundamentales que lo alimentan y constituyen: Relación consigo mismo, con los demás, con Dios y con la naturaleza.
  • Su experiencia de hombre de fe y las circunstancias le llevan a potenciar, cuidar y cultivar determinadas dimensiones de la vida, de la cultura, de la fe y determinados ambientes donde se desarrollan tanto la vida como la fe.
    Dimensiones:Humana (laica)comunitariatranscendente
    Ambientes:familiaescuelaparroquia
    Modos:Educar la concienciacatequizarvalores, educar
    Educar el corazónpastorearCelebrar la liturgia
    Educar la inteligenciaeducar la fepromover la cultura
  • Todas estas experiencias le llevan a hacerse hermano de Cristo, hermano de sus hermanos, hermano de todos los hombres.
    Este es su itinerario y la conciencia que de él tiene es lo que le permiten discernir y tomar sus decisiones:

    “Tuve la dicha de recibir la primera comunión, en mi parroquia natal, el día de la festividad de la Santísima Trinidad. Me había preparado con un retiro. Jamás se borró de mi corazón el día de mi Primera Comunión. Algo más tarde recibí el sacramento de la confirmación”.

    “Mis padres, a quienes amaba con el más tierno amor y con el que yo también era amado. Mis cristianos padres quisieron destinarme al sacerdocio. Las pequeñas capillas y actividades que yo realizaba con los niños del pueblo, era un presagio de que estaría un día destinado al servicio de Dios en la vida religiosa”.

    “Recibí algunas clases de latín para prepararme al sacerdocio... La Providencia tenía otros planes para mí. La lectura de la vida de los Santos, que hacia con asiduidad, me había inclinado fuertemente hacia la vida Religiosa especialmente a esa en que uno se consagra a la educación de la juventud, al cuidado de los altares y hacia toda clase de buenas obras”.

    ”... Es por eso que me quise tomar un tiempo para examinar mi vocación. Fui elegido a la edad de dieciséis años para asumir en mi parroquia las funciones de maestro, animador de la liturgia y catequista; eran estas funciones muy modestas pero me encantaban de tal manera que las prefería a cualquier título. Yo debía continuarlas y enseñarlas un día a los demás. Sin la ayuda de Dios reconozco que no hubiera servido para nada bueno por mi poca capacidad”.

    ”Mi vocación a la Vida Religiosa se decidió en una época en que la fe era mucho más viva que hoy; fue durante la célebre misión que tuvo lugar en San Claudio en 1821, y a la que tuve la dicha de asistir. Hubiera querido que durara toda mi vida.
    Las misiones son un gran medio de evangelización; yo mismo lo he comprobado. Los que las hacen deben tener plena confianza en su valor como así los Hermanos que son los primeros catequistas de los niños”.

    ”Mis padres se opusieron al principio ya que me reservaban para el sacerdocio pero cuando se dieron cuenta que se podían oponer a los Planes de Dios entonces me facilitaron los medios para seguirla. Les he guardado un eterno agradecimiento”.

    ”El momento señalado había llegado para abandonar todo y optar por la Vida Religiosa. Ni las lágrimas de mis padres y amigos, ni el porvenir que hubiera podido tener en el mundo fueron capaces de retenerme”.

    ”Después de haberme despedido de todos me fui a ver a mi Obispo para exponerle mis planes. Es aquí donde Dios, sin que yo lo advirtiera, quiso hacerme conocer que me llamaba para poner los fundamentos del Instituto de los Hnos. de la Sagrada Familia”.

    ”Mil ocasiones se presentaron después para hacerme desistir y desviarme de mi vocación; pero, lo confieso, había jurado sinceramente consagrarme sinceramente a Dios y nada ha podido persuadirme de dejar este estado de vida”.

    ”Ejercí después como catequista itinerante por donde el Obispo me enviaba. Le daba especial tiempo y preparación a las primeras comuniones y la Confirmación. En mis charlas les rogaba a jóvenes y niños que renovaran con amor y fervor la comunión. La Eucaristía alimenta y acrecienta, en el hombre fiel la pureza, la fidelidad, la fortaleza , la alegría , la paz, el amor y todo lo que puede conducir a la felicidad. Esta ha sido siempre mi convicción”.

    ”Durante todo este tiempo no perdía de vista la obra de la Sagrada Familia. Se trataba de encontrar un local para fundar el Noviciado, pero antes había que prepararlo todo con la oración y la meditación especialmente lo s estatutos que debían gobernar a la Comunidad. Esto me llevó tres años”.

    ”Estando en Belmont recibí una tentadora oferta que me aseguraba el bienestar de por vida con buena paga, poco trabajo y herencia segura. No disimularé que me complacían estas ofertas; pero no pudieron conquistarme”.

    ”Al resultar pequeña la casa que tenía en Belmont nos trasladamos a Belley resueltos a fijar allí la sede de la pequeña Comunidad naciente. Pero tuvimos el dolor de comprobar que una maniobra turbia nos impidió adquirir la casa que habíamos comprado. Así, de esta manera, quedábamos en la calle unas cincuenta personas entre Hermanos y novicios.
    ¿Qué hacer? Aquí nos empezábamos a parecer a nuestros Santos Patronos Jesús, María y José cuando fueron a Belén o tuvieron que huir a Egipto.
    Además todos parecían rechazarnos y nadie quería vendernos una casa. El Obispo nos auxilió, nos ofreció un pabellón que servía de lugar para guardar la herramientas.
    No tenía más que dos salas, un altillo y una bodega. Allí tenía que albergar a cuarenta y seis personas durante un mes. Ante esta situación nuestros enemigos reían y esperaban nuestra ruina. De ninguna manera pensaban que al final nos estableceríamos delante de sus propias narices.
    En esta situación ninguno de los Hermanos se quejaba y vivían con alegría esta pequeña experiencia que nos ayuda a entrar en el misterio de Nazaret”.

    (Extracto de la “Reseña histórica” escrita de puño y letra por el Hno. Gabriel solicitado por los Hnos. en la que el Fundador hace una lectura de su camino vocacional y señala las intuiciones del Proyecto que soñaba para su Comunidad).

A-. LA MISIÓN DEL INSTITUTO DE LOS HERMANOS Y EL HNO. GABRIEL

Dejamos algunas ideas iluminadoras respecto a la Misión del Instituto que es el cauce para hacer presente el carisma: “el cultivo de la vida por la creación de nuevos vínculos a imagen de la comunidad trinitaria y de la Familia de Nazaret”.
Lo nuclear y carismático es: “ser testigos del estilo de las relaciones de Dios. Dios es comunidad de personas que a su vez se comunican y entregan totalmente”.

¿CÓMO SE DIO EN EL HERMANO GABRIEL ESTE PROCESO?

Gabriel se ve marcado fundamentalmente por una experiencia que contrasta por la vivencia de fuertes PRESENCIAS Y AUSENCIAS al mismo tiempo.
  1. La experiencia familiar y la situación socio-económica de su tiempo.
  2. Haberse sentido amparado, acogido valorado y el abandono en que se encontraba la mayoría de sus compañeros.
  3. La sensibilidad por el valor de la vida (forjada por sus vínculos, relaciones, presencias) frente al desamparo de muchos que carecían de los ámbitos necesarios para cultivarla.
Ante ese fuerte juego de contrastes Gabriel sabe dar una respuesta. Su particularidad consiste (desde una experiencia de vida y desde los desafíos de la realidad) en consagrarse a ser testigo y memoria de algunas dimensiones claves que defienden y cuidan la dignidad humana, el valor de la vida humana a la luz de su vinculación con Dios.
Gabriel entiende que eso se consigue, sobre todo, atendiendo de manera especial determinados ámbitos que sirven a la vida:
  1. A la cultura, sobre todo en la línea de la formación de la conciencia, los sentimientos, el corazón y la inteligencia.
  2. La educación como apoyo para desarrollar e incorporar posturas que permitan la luz y la virtud.
  3. La liturgia como expresión y celebración del misterio de la vida.
  4. La catequesis como instrumento pedagógico que permite poner a Dios en el horizonte de la vida.
Gabriel recordó que los niños y jóvenes debían ser protegidos y formados de una manera especial porque son los más desamparados lo mismo que los ancianos. Y para ello era necesario mantener determinados ámbitos concretos, o incluso, crear lugares donde juntar, congregar, permitir el encontrarse con los otros, que es lo que posibilita el auténtico crecimiento de la persona y sus modos de relación. Desde la vivencia del Hno. Gabriel estos ámbitos eran: la familia, la escuela, la parroquia, la casa (comunidad, una iglesia, un salón, el lugar donde se juega al aire libre), etc.
Gabriel, con su estilo educativo, quiso tocar los núcleos básicos de la dignidad humana que promueven el sentido de la vida y la abren a la esperanza.
A esto se consagró, de esto hizo una vocación para ser responsable, en la Iglesia y en el mundo, de la VIDA HUMANA.

B-. LA MISION DE LOS HNOS. SE ALIMENTA DE LAS FUENTES DEL CARISMA NAZARENO

“Estamos llamados a testimoniar que el carisma nazareno del Hno. Gabriel es un don para la Iglesia y para la sociedad, una oferta de humanidad y humanización a imagen del Hijo de Dios hecho hombre en la familia de Nazaret”. (Doc. del Capítulo General, Valladolid Julio 2007).
El 36º Capítulo General, que los Hermanos y Laicos hemos tenido en Valladolid (España), nos recuerda y reafirma que las Comunidades y Centros educativos de los Hermanos tienen que ser fundamentalmente ”espacios de humanización“. Que la misión encomendada por el Señor al Hno. Gabriel es ”la construcción de la persona humana”, ”la compasión educativa”.
Que nuestra vocación y razón de ser, de Hermanos y laicos, es hacer de nuestros centros y obras ”escuelas de humanización” a imagen de Nazaret. Más aún, Dios nos dice a través del Capítulo General, que Nazaret es la verdadera escuela de humanización y en nuestro proyecto y horizonte debe estar el hacer de nuestros espacios y ambientes educativos ”Otros Nazaret”.
El Capítulo General nos recuerda que lo que caracterizó al Hno. Gabriel en su tiempo y lo que definió su vocación, misión y estilo educativo fue su ”compasión educativa”. La capacidad de compadecerse frente a la pobreza cultural, la humanidad herida y rebajada en los niños y jóvenes desamparados.

“Nazaret, escuela de humanidad”, ha sido el tema inspirador de nuestro trabajo. Nos hemos dejado interpelar por el espíritu del Hno. Gabriel Taborín, quien nos ha acompañado en nuestro trabajo. Su “pietas educativa”, es decir, su compasión por toda forma de herida infligida a la dimensión humana de las personas y sobre todo de los jóvenes, se transformó en él en pasión educativa, en acción de humanización según el espíritu del Evangelio. Esta misma compasión/pasión educativa ha sido para nosotros la clave de lectura de nuestra identidad, consagración, misión,, organización y gestión de la economía”. (Documento del 36º Capítulo General)
Su intuición educativa e intención fundacional se sintetizan en lograr la construcción de la persona humana en su totalidad, en todas sus dimensiones sin dejar ninguna colgada. La frase bien conocida por todos: “formar buenos ciudadanos para la sociedad y santos para el cielo”, resume este mandato que hoy asumimos con especial preocupación y esperanza en este momento de nuestra historia.
“Fieles al estilo de Jesús de Nazaret, nos sentimos llamados a ofrecer en nuestras comunidades el servicio de la caridad, la hospitalidad, la compasión, el acompañamiento, la vigilancia y el discernimiento lúcido.
La creación de espacios humanizadores, constructores del hombre en la integridad de sus dimensiones y de lugares de relaciones auténticas que ayuden a las personas a hacerse conscientes de su valor y dignidad”
. (Documento del 36º Capítulo General)

Nuestro lema, “En Nazaret se trabajaba, se oraba y se amaba”, junto con la síntesis pedagógica del Hno. Gabriel, “Formar buenos ciudadanos para la sociedad y cristianos para el cielo” expresan la esencia de esa intuición carismática del Hno. Gabriel a llevar a la práctica en la familia y en el Colegio.
Educar para la libertad, la autonomía y la comunión solamente se consiguen si estos dos referentes, familia y comunidad-colegio, se consolidan con un liderazgo y conducción que mueven, promueven, acompañan y lideran hacia ese objetivo.
Recorramos solamente algunas citas de escritos significativos referentes y fuentes de nuestro estilo educativo.
Cito una de ellas por el peso histórico que tiene para el desarrollo de nuestra misión en América y en el Instituto. Me refiero a la carta que el Hno. Amadeo, sucesor del Hno. Gabriel, escribe a los cuatro primeros Hermanos que vinieron a fundar a Montevideo:
“... ¡Vamos llegad a ser santos! Vosotros lo queréis, es un deseo bien claro en cada uno de vosotros, pero no os detengáis nunca, sed realistas. Sed hombres de oración y llegaréis a ser hombres a propósito para obrar el bien...” (Carta del Hno. Amadeo, 1889)
Otra de las fuentes, también de los comienzos de la Misión de los Hnos. en América, se refiere al “programa educativo”. Ya en ese entonces Hnos. y laicos elaboraron un programa, señalo solamente un aspecto:
“... La Dirección de este Colegio, para el régimen disciplinario, se esmerará en ejercer una dulce y paternal vigilancia: excitar una laudable emulación, mover el corazón por los principios de la conciencia y el honor con todo lo que despierta los sentimientos más nobles y elevados juntamente con la instrucción más adecuada a los modernos adelantos y a las justas exigencias sociales...” (Programa del Colegio de la Aguada elaborado a fines de mayo de 1889).
Citamos también un documento actual del Capítulo General de 2007 donde se nos recuerda:
“Hacerse presente es un modo de acompañar, de estar cerca. Estar presente es la condición para ser reconocido y, a la vez, poder entrar en relación, enriquecerse, escuchar, participar. Estamos llamados a vincularnos creativamente con la Familia de Nazaret y el Hermano Gabriel y ser así, también nosotros, una presencia generadora de sentido, constructora de identidad y de pertenencia comunitaria, testigos de Otra Presencia que nos crea, nos acompaña y nos espera”. (Proyecto de Vida del Instituto, Valladolid 2007)
Muy significativas son para nosotros las palabras del Papa Gregorio XVI en el Breve de aprobación del Instituto:
“... En consecuencia y tras Nuestra adecuada deliberación APROBAMOS CON SUMO AGRADO POR ESTA CARTA, y confirmamos con la autoridad apostólica, la citada Asociación de Hermanos de la Sagrada Familia que se dedican a obras piadosas, especialmente a la educación de la juventud... Nos hemos alegrado mucho en el Señor a causa de la nueva ayuda de estos COOPERADORES. Han elegido la mejor parte para formar a los niños en la piedad, enseñándoles los primeros elementos de la cultura, y estando dispuestos a colaborar especialmente con los párrocos y en otras obras de caridad y servicio, allí donde fueren llamados...” (Dado en Roma, junto a Santa María la Mayor el 28 de agosto del año 1841, decimoprimero de Nuestro Pontificado. Gregorio XVI, Papa).
La “identidad carismática y estilo educativo de la Comunidad de los Hermanos de la Sagrada Familia” tiene su fuente, su origen en la inspiración que del Espíritu Santo recibió el Hno. Gabriel. Mantener, fortalecer y actualizar esta identidad es tarea permanente y de todos. Implica siempre volver a las fuentes y origen. Quien pierde de vista su origen pierde identidad y por lo mismo orientación.
Cada persona y cada comunidad tienen algo que ofrecer a los demás, su peculiaridad y mensaje que ninguna otra persona o comunidad puede ofrecer por ella.
Es por esto mismo que seguros de la riqueza del don y carisma propio del Hno. Gabriel Taborin, necesitamos volver permanentemente a las fuentes - experiencias y vivencias que nos dejó.
Su originalidad está en la respuesta que en su época y según las necesidades de ese momento él dio a la sociedad. La gran carencia y necesidad de ese momento era: la pobreza cultural y la deshumanización de la persona. Su respuesta fue: “la compasión educativa como acción humanizadora”. Inspirarse en la Sagrada Familia de Nazaret como “escuela de humanidad”.
Fue en Belleydoux, su pueblo natal, entre 1816 y 1824 que Gabriel hizo experiencia y puso en práctica esta inspiración con los niños abandonados de su pueblo.
Hay dos convicciones fundamentales que distinguen el carisma educativo Sa-Fa, tal como ha sido vivido por el Hermano Gabriel y que han permanecido en toda la tradición de los Hermanos de la Sagrada Familia. Estas dos convicciones constituyen la referencia normativa para nosotros y pueden ofrecer preciosas orientaciones:
  1. La "compasión educativa" como la forma más alta de humanización inspirada en la Sagrada Familia de Nazaret.
  2. La educación como formación de la persona en todas sus dimensiones.
Estas “intenciones e intuiciones” fundacionales carismáticas y educativas afirman la Identidad. Son como el espíritu interior dinamizador y renovador.
Educar y evangelizar desde la pedagogía nazarena está marcada por el estilo de relaciones que se establecieron en la “escuela nazarena” con la presencia del Dios de Jesús hecho hombre.
Está marcada por el tipo de relaciones, el modo de relacionarse y convivir que abarcan las posturas existenciales estructurales fundamentales de la persona humana. Estas son: relación con uno mismo, relación con los demás, relación con el medio ambiente y relación con Dios.

El ser humano se define por su capacidad de relación, el ser humano es un ser relacional y el destino del ser humano se juega en el acierto o fracaso de sus relaciones. Por esto mismo la pedagogía de la comunión es pieza esencial en la realización y humanización de la persona. Por eso la primera iniciativa de Dios respecto del ser humano es relacional y de proximidad.
La humanización, la acción humanizadora, la educación y evangelización como acción humanizadora solamente es posible desde la pedagogía de la Encarnación, desde la espiritualidad de la comunión, del espíritu de cuerpo y de familia.
Pedagogía de la comunión que es: cercanía, humildad, obediencia, proximidad y contacto con lo humano desde la caridad trinitaria, desde el amor nazareno.
Pedagogía que implica contar con lo humano, partir de lo humano, seguir y recorrer el camino del hombre en sus distintas situaciones. Es un estilo de acercamiento y de estar con el otro.
Pedagogía desde una espiritualidad y camino espiritual que empieza desde abajo, desde la propia y circunstancial situación humana, desde la historia concreta, desde los sentimientos humanos más profundos.
Humildad y obediencia evangélicas describen el acontecimiento de la Encarnación del Hijo de Dios, de cómo este Hijo de Dios se fue haciendo humano. Humildad es aceptar la verdad. Obediencia es escuchar al otro.
Esta pedagogía implica humildad y obediencia; aceptación de los límites, apertura y escucha.
Humildad como el coraje de percibir y aceptar la propia condición humana con sus grandezas y miserias; es decir, dejarnos humanizar, que se compadezcan de nosotros y ofrecer la posibilidad de que nos humanicen. Sin pasar por aquí no podemos hacer proceso con los demás. Nuestros pecados y miserias pueden convertirse para nosotros en fuente de humildad y amor. Gracias a ellos podemos experimentar cómo nos vamos haciendo humanos. Estar inmersos en la humildad es estar inmersos en Dios ya que Dios es el fondo del abismo. La humildad nos obtiene las cosas que son demasiado altas para ser enseñadas; alcanza y posee lo que la palabra no alcanza.
Obediencia como escucha de la propia condición humana, de la realidad, de los otros y de Dios. Escuchar a la realidad, escuchar al otro. Escuchar, entender, comprender y compenetrarse de la realidad humana. Obediencia como dejarse hacer, modelar, experimentar, educar y guiar por Dios y su Palabra.
No es la dimensión religiosa la que deshumaniza al hombre, lo que le deshumaniza es lo inhumano. La dimensión religiosa abre al futuro, a la esperanza y amplia la capacidad de vinculación de la persona.
Desde esta pedagogía lo humano es el elemento clave y el punto de partida de todo proceso espiritual. Lo humano es el material más precioso para el desarrollo espiritual.
Esta pedagogía permite contemplar la dinámica de la realidad humana, de la condición humana y así escucharla e iluminarla desde la Palabra de Dios.
Desde este punto de partida lo más real de cada uno son las historias personales, ellas son lo más cierto de cada cual. Contarnos nuestras historias de humanización y deshumanización, nos permite tomar contacto con lo verdaderamente humano y con el proceso de cómo Dios y a través de qué nos ha ido humanizando.

Escuchar las historias humanas para aprender. Contemplar las historias humanas para descubrir. Admirar las historias humanas como palabra e historia de Dios.

C-. ORIENTACIONES PEDAGÓGICAS DEL HNO. GABRIEL TABORIN A LOS HERMANOS

Para poder confrontar mejor la visión del Hno. Gabriel sobre la educación, que aparece en su principal escrito “La Guía de los Hnos. de la Sagrada Familia” que data de 1858, y el planeamiento actual, presentamos este cuadro comparativo.

Planteamiento éticoNuevo Guía HSF
Profesión educativa como vocación educativa:
“Asumir la tarea de la educación implica un importante nivel de identificación personal con la misma”
“Dedicarse a formar buenos ciudadanos para la sociedad e inteligencias dignas de Dios, como ha dicho un célebre autor es la misión más sublime. Quien se entrega a ella responsablemente es el hombre más grande del país y el más noble a los ojos de Dios, de la religión y de la humanidad”. (N.G.637)
“Se es educador siempre, en toda circunstancia y en todo momento, o no se es educador. El educador influye más o menos directamente en la sociedad futura”“Los servicios del ciudadano virtuoso que consagra su vida a la educación de la juventud tienen ciertamente menos brillo, pero se puede decir que ninguna misión es más noble aquí en la tierra que la de actuar sobre el espíritu humano transmitiéndole la luz, la verdad y la virtud”. (N.G.637)
El educador persona que cree.
“El educador como persona que es, debe estar en un proceso serio y consciente de verdadera autoeducación ética, desarrollando su personalidad ética en todas las dimensiones”
“Si la ciencia es necesaria para los Hnos. elegidos para la enseñanza, la virtud lo es aún mucho más. Las virtudes cristianas y las que se refieren a la vida religiosa son necesarias a todos los Hermanos, pero quienes enseñan no deben olvidar que la sabiduría, la prudencia, la paciencia, la vigilancia(presencia), la entrega, la compostura, el silencio, la humildad, la generosidad y la dulzura son las virtudes del buen maestro”. (N.G. 642)
El educador en referencia al educando.
La razón de ser del educador es el propio educando
“El deber principal de los Hermanos dedicados a la enseñanza es el dar a los niños una buena educación”. (N.G.643)
EDUCAR ES...“Ahora bien, educar a un niño es, en términos generales, desarrollar, fortalecer y perfeccionar los órganos de su cuerpo y las facultades de su espíritu y sobre todo, educar su corazón, su voluntad, su carácter, su conciencia y su juicio”. (N.G. 643)
“Ayudar a cada persona a desarrollar una conciencia crítica que le permita una apertura a la verdad...”“En cuanto a la educación intelectual, los Hermanos desarrollarán en sus alumnos el amor al estudio, mantendrán su atención haciendo atractivas las lecciones; desarrollarán su capacidad de juicio mediante la observación de los hechos”. (N.G. 645)
“Ayudar a cada persona a asumir una escala de valores explícita y coherente en sí misma”“Pero los Hermanos se preocuparán por encima de todo de la educación religiosa y moral de sus alumnos habituándolos a las prácticas religiosas, inspirándoles el amor a la virtud y grabando profundamente en su alma la responsabilidad de sus deberes para con Dios, para con los padres, para con los hombres y para consigo mismo”. (N.G. 647)
“No alcanza con tener buenas intenciones de enseñar hay que tener idoneidad y ser idóneo”“La causa del escaso progreso de los alumnos con frecuencia está en el maestro”. (N.G. 652)
TESTIMONIO
“Un educado éticamente inmaduro (sin una elaboración ética personal) no puede estimular ni acompañar un proceso de desarrollo ético de sus alumnos”
“Los Hermanos deben preocuparse con solicitud por todo lo que afecta al espíritu y al corazón, a las costumbres y a la salud de los niños, sobre todo deben preocuparse de que aprendan mediante la práctica de las virtudes”. (N.G. 648)
“El rol del educador consiste en asumir la conducción del proceso educativo para hacerlo posible”“Se mostrarán humildes y pacientes; sabrán conjugar la calma y la serenidad con la firmeza y la severidad. Nunca corregirán a los alumnos en momentos de malhumor y se esforzarán por no mostrarse enfadados en ninguna circunstancia, recordando que la paciencia vence todas las dificultades”. (N.G. 648)
Primacía de la educación de los valores de la fe“Los medios más eficaces para educar el corazón de los alumnos en la piedad cristiana son: la oración, la enseñanza de la religión y, como ya hemos dicho, el buen ejemplo. Así pues, los Hermanos rezarán por sus alumnos y les acostumbrarán a rezar con frecuencia”. (N.G. 649)
“El educador, debe ser técnicamente experto y debe asimismo ser experto en vida”“Pero deben llevar, sobre todo, una vida ejemplar, de tal manera que sus alumnos puedan decir: nuestro maestro es un excelente religioso, lo estimamos, lo escuchamos y lo respetamos porque es un hombre de Dios y un buen maestro”. (N.G.649)
AUTENTICIDAD“Los Hermanos deben estar convencidos de que no llegarán a este resultado sino en la medida en que sean a los ojos de Dios lo que parecen ante los hombres. Recordarán que un maestro es el ángel guardián de sus alumnos”. (N.G. 650)
Atención a todos
“Éticamente, la tarea del educador consiste en ser una ayuda para la autorrealización personal de cada uno de los educandos”
“Los Hermanos se esforzarán porque los alumnos progresen y se cuidarán mucho de tener preferencias con algunos de ellos, porque todos los que frecuentan la escuela tienen el mismo derecho a la atención del maestro y él, a su vez, a todos debe su tiempo y su atención durante las horas de clase”. (N.G. 651)
Entorno educativo, Motivación, Clima“Para que haya proceso en el aprendizaje, es necesario que el Hno. dedicado a la enseñanza sea amable y tema el rechazo de los alumnos por tener una severidad excesiva. Procure hacerles tomar gusto por el estudio”. (N.G. 652)
“El educando tiene derecho a desarrollarse en una propuesta educativa coherente y progresiva”“Tampoco hay que pretender que los alumnos avancen demasiado deprisa; cada cosa a su tiempo. Antes de querer ir más lejos hay que afianzar bien los fundamentos.
El maestro debe conocer a sus alumnos para no exigir más de lo que pueden, de lo contrario se desanimarán. No hay que abandonar a la mayoría para atender solamente al pequeño grupo de los que puedan progresar con mayor rapidez”. (N.G. 653)
“El eje del proceso educativo formal radica en la relación educador-educando”“ero lo más importante es procurar alimento al espíritu en la medida que puede asimilarlo: para que el niño se eleve a nuestra altura, tenemos que saber descender a donde él está”. (N.G. 652)
(Los textos entre comillas, en la columna “planteamiento ético” corresponden a un material del Padre Javier Galdona sobre “Ética en la Educación”).

El Hno. Gabriel inmerso en una situación socio-religiosa concreta descubre su responsabilidad mirando, contemplando esa situación. Por su capacidad de mirar, por su mirada contemplativa-compasiva se despierta en él una responsabilidad y un liderazgo. En su acción y compromiso se ve, se experimenta, se define posteriormente como animador y formador de animadores; pues, claramente comprendía lo que con esto se jugaba en la comunidad, en la educación, en la evangelización de los niños y jóvenes de su época.

“La personalidad evangelizadora del Hno. Gabriel se configura como animadora y como formadora de animadores de la comunidad cristiana. El Hno. Gabriel es ante todo un animador. Ya desde pequeño muestra su capacidad de convocar, de reunir y de guiar a un grupo. Propone una serie de actividades e iniciativas para que la comunidad local cristiana tome conciencia de si misma. Anima al grupo desde dentro: es sencillo y cercano. No se impone por sus conocimientos y estudio, sino por la experiencia y las convicciones profundas que trasmite.
Es capaz de concebir y proponer un proyecto de vida basado en el Evangelio, comunicándolo y trasmitiéndolo de muchas maneras, desde un sencillo prospecto, una carta o una conversación, hasta su máximo desarrollo en el Nuevo Guía.
De temperamento fuerte y sólido, nunca se avergüenza de sus convicciones, pero sabe aconsejarse y dejarse guiar, tiene la valentía y humildad de empezar de nuevo después de cada fracaso y mantener firme su proyecto hasta el final sabiéndolo adaptar a los cambios que se van produciendo en la iglesia y en la sociedad de su tiempo”.
(La Misión del Instituto, Nº 13)
Como formador de animadores, conoció y acompañó a cada Hermano desde los comienzos de su vocación hasta el final de sus días: el diálogo personal y las charlas en grupo, la correspondencia y las visitas, las reuniones anuales, las circulares, eran medios preferidos de formación.
A través de ellos sabía proponer las metas, estimular al crecimiento, corregir los desvíos, afianzar las convicciones, superar las dificultades, crear espíritu de cuerpo y de familia, organizar y confiar las responsabilidades. En sus escritos, sobre todo, en las varias ediciones de las reglas de vida, supo dar un perfil bien definido a la vocación de Hermano como religioso laico, animador de la comunidad cristiana, mediante el ejercicio de varios ministerios laicales y de una serie de actividades tendentes a la construcción de la comunidad eclesial y de la evangelización; entre ellas privilegiaba la educación cristiana, la catequesis y el servicio litúrgico. Veía en la Sagrada Familia de Nazaret, imagen de la Santísima Trinidad, el modelo a la vez ideal y concreto de toda comunidad, y supo proponerla a los Hermanos y a las familias como lugar de encuentro y punto focal de una espiritualidad que valora la sencillez en las relaciones, la humildad, la entrega generosa a los demás, la unión y la obediencia, el amor a la vida de trabajo y de silencio, la fe y la confianza en Dios. Como hombre concreto y práctico, supo sintetizar y proponer para las escuelas los mejores métodos pedagógicos de su tiempo, escribiendo libros y ofreciendo materiales didácticos, dio preciosas indicaciones para los catequistas y para los Hermanos empleados en las iglesias y elaboró preciosas síntesis de la doctrina cristiana al servicio de la catequesis, completándolo con textos litúrgicos, oraciones, cantos y sugerencias para la vida cristiana y la participación en las celebraciones l itúrgicas”. (La Misión del Instituto, Nº 14)

D-. LA ANIMACIÓN Y EL ACOMPAÑAMIENTO EN NUESTROS DÍAS INSPIRADOS EN LA ESCUELA NAZARENA

Animar, acompañar, liderar, educar es aprender a revisar nuestros juicios, nuestros procesos de razonamiento, nuestras irracionalidades intempestivas, las respuestas que damos, las reacciones que tenemos y aprender a darnos explicaciones generativas. A ser protagonistas con posibilidades de acción efectiva. Es aprender a dar explicaciones en primera persona.

GABRIEL

  • “La personalidad educadora y evangelizadora del Hno. Gabriel se configura COMO ANIMADORA Y COMO FORMADORA DE ANIMADORES DE LA COMUNIDAD CRISTIANA. El Hno. Gabriel es ante todo un ANIMADOR”.
    (Libro “La Misión del Instituto de los Hnos. de la Sagrada Familia”)
  • Ya desde pequeño muestra su capacidad de CONVOCAR, REUNIR Y GUIAR A UN GRUPO. Propone una serie de actividades, iniciativas para que la comunidad cristiana local tome conciencia de sí misma y sus responsabilidades.
  • Sabe impulsar procesos de crecimiento y formación. Anima al grupo desde dentro; es sencillo y cercano. No se impone por sus estudios y conocimientos, sino por la experiencia y las convicciones profundas que trasmite.
  • Es capaz de concebir y proponer un proyecto de vida basado en el Evangelio, comunicándolo y trasmitiéndolo de muchas maneras, desde un sencillo prospecto hasta su máximo desarrollo en un libro.
  • De temperamento fuerte y decidido, nunca se avergüenza de sus convicciones, pero sabe aconsejarse y dejarse guiar.
  • Combina la ternura con la firmeza, tiene la valentía de saber empezar de nuevo después de cada fracaso y de mantener firme su proyecto hasta el final sabiéndolo adaptar a los cambios que se van produciendo en la sociedad y en la Iglesia.
  • Como formador de animadores. Conoció y acompañó a cada una de las personas que le tocó y especialmente a sus Hermanos, desde el comienzo hasta el final.
  • El diálogo personal y las charlas en grupo, la correspondencia, las visitas, las reuniones, los escritos formativos, las jornadas, los retiros, etc. Eran sus medios preferidos.
  • A través de esos medios y contactos sabía proponer las metas, estimular al crecimiento, corregir los desvíos, afianzar las convicciones, superar las dificultades, crear espíritu de familia y de cuerpo, organizar las tareas, los recursos humanos y confiar responsabilidades.
  • Promueve espacios de encuentro, reflexión y asociación de los laicos que sean como el elemento revitalizador, activo y responsable.
  • Busca integrar a los laicos en una, llamaríamos hoy “misión compartida”, que no es solamente participar en un proyecto educativo. La misión compartida es sobre todo un problema de fe.
  • Requiere un proceso que va desde reconocerse servidor de los jóvenes hasta descubrirse como un signo e instrumento de Dios y de la Iglesia. La comunidad facilita el recorrido de este itinerario.

LA SAGRADA FAMILIA

  • Nazaret es la ESCUELA donde empieza a entenderse la vida y el actuar de Jesús.
  • Aquí aprendemos a OBSERVAR, A ESCUCHAR, A MEDITAR, A PENETRAR en el sentido profundo y misterioso de la persona humana.
  • Nazaret es la cuna, la casa, el hogar, el taller, el ámbito, la palabra que dice y va expresando el misterio de la persona de Jesús. Nazaret lugar, hogar y escuela de humanización.
  • Nazaret es el silencio que engendra la Palabra y la Palabra que nombra y dice a Jesucristo y la verdad del hombre.
  • Aquí, en esta escuela, comprendemos la necesidad de una disciplina-estrategia humana y espiritual si queremos conducir nuestra vida con acierto.
  • Su primera lección es el SILENCIO. Silencio para poder escucharme, escuchar a los demás, escuchar a la realidad y poder así comprender mejor qué y cómo hacer. Cómo desearíamos que se fortaleciera en nosotros el amor al silencio, este admirable e indispensable hábito del espíritu, tan necesario para todos que estamos aturdidos por el ruido; tanto tumulto, tantas voces tan distintas que sin el silencio no permiten discernir ni aclararse.
  • Lección de vida familiar. Aprender el sentido de la familia, su comunión de amor, su sencilla y austera belleza, su carácter sagrado e inviolable porque es el ámbito que acoge la vida. Lo dulce e irremplazable que es su pedagogía y lo fundamental e incomparable que es su función en el plano social.
  • Nos enseña también la lección del trabajo. Nos enseña que el trabajo es la realidad que nos permite crear y recrear nuestra vida y la de los demás. Necesidad de restablecer su dignidad. Nos recuerda que el trabajo no es un fin en sí mismo y que su libertad y dignidad para ejercerlo no provienen solamente de los motivos económicos.

LA PEDAGOGÍA

  • Educar en la responsabilidad y no tanto en la seguridad y posesión a cualquier precio.
  • Buscar la felicidad y no simplemente el placer o el pasarlo bien ahora y ya.
  • Acentuar el valor de la persona, su autonomía e identidad frente al perderse o disolverse en el grupo.
  • No podemos ni debemos evitar los riesgos y las dificultades porque vienen o están. Ayudar a superarlas. Templar el alma en el ejercicio cotidiano de lo diverso, complejo y frustrante.
  • Es fácil que hayamos maleducado a mucha gente gratificando y consintiendo a todos sus deseos y pedidos evitándoles el ejercicio de la responsabilidad. Esta es una hermosa manera de crear personas dependientes, caprichosas, consentidas y en el fondo débiles y sin personalidad además de todas las frustraciones que eso trae consigo.
  • Abramos los ojos porque hoy día todo invita a facilitar las cosas. Simplemente esto no es educar.
  • Dar confianza para poder pedirla; saber escuchar para que me escuchen, saber despertar y crear lazos de amistad.
  • Presencia discreta y oportunamente educativa: ESTAR SIEMPRE, una palabra al oído, un gesto, un saludo, una pregunta oportuna, una insinuación, una sugerencia.
  • Saber mirar y leer los rostros, los estados de ánimo y saber comprender a través de eso el mundo interior.
  • Precisión en el cumplimiento de la propia tarea, ayudar a hacer conciencia de las propias responsabilidades. Los chicos tienen que tener un plan, una disciplina personal para llevar a delante su vida. Enseñarles a evaluar lo que hacen y sacar conclusiones.
  • Que sientan que se les quiere: asumir debilidades, impertinencias, saber esperar, dar tiempo, ser pacientes pero firmes. Lo que no va, no va. El sí que sea un sí y el no un no sin más vueltas.
  • Educar la voluntad, la inteligencia y la afectividad: Adquirir ideas claras, fijar la atención en valores, adquirir convicciones. Aclarar los deseos, los impulsos, ayudar a ver lo que me impulsa y lo que me frena. Invitar a la acción, proponer tareas y realizarlas.
  • Cuidar tres ambientes: todo lo que tiene que ver con lo recreativo donde la persona se muestra como es. Lo que tiene que ver con las tareas a realizar en las que la persona muestra su capacidad de expresarse, del esfuerzo, de la fidelidad, etc. Cuidar también la dimensión de lo trascendente, lo que va más allá de mi , el sentido del misterio que nos permite abrirnos y cultivar la fe.

E-. LA MISIÓN COMPARTIDA DE HERMANOS Y LAICOS PARA LA EVANGELIZACIÓN Y LA EDUCACIÓN

Necesitamos volver a recuperar el sentido de la misión, a profundizar su alcance desde la propuesta de Jesús, desde la vocación cristiana, desde nuestra propia vocación como Hnos. de la Sagrada Familia y desde las aspiraciones más profundas y reales de las personas concretas.
Necesitamos volver a acercarnos a la realidad desde la contemplación del Misterio de la Encarnación, “escuela de humanidad”, y su pedagogía. Somos enviados a ser “Presencia y Palabra” suya entre los hombres.
La “conciencia de misión” y los dinamismos que de ella se derivan, tal como nos invita el Capítulo General a vivirla, son hoy una fuente poderosa de ilusión y fidelidad creativa.
  • La “misión educativa” es una de las dimensiones y de los campos más serios de la misión de la Iglesia y de su acción en el mundo. A través de la “misión educativa” tenemos la posibilidad de acompañar los procesos de desarrollo de las personas, los procesos de desarrollo y orientación de la conciencia, los procesos de transformación comunitaria y de la mejora estructural local y mundial.
  • La “misión educativa” nos posibilita invertir la sabiduría de la Iglesia, su herencia profética y sus mejores recursos espirituales y humanos en beneficio de la humanidad en diálogo con todos los aportes de las diversas culturas y creencias.
  • “En los umbrales del tercer milenio la educación y la escuela católica se encuentran ante desafíos nuevos lanzados por los contextos socio-cultural y político. Se trata en especial sobre la crisis de valores, que sobre todo en las sociedades ricas y desarrolladas, asume las formas de individualismo, relativismo y nihilismo. El profundo pluralismo que impregna la conciencia social, da lugar a diversos comportamientos, en algunos casos tan antitéticos como para minar cualquier identidad comunitaria.
  • Los rápidos cambios estructurales, las profundas innovaciones técnicas y la globalización de la economía repercuten en la vida del hombre de cualquier parte de la tierra. Contrariamente, pues, a las perspectivas de desarrollo para todos, se asiste a la diferencia entre pueblos ricos y pobres y a las masivas oleadas migratorias de los países subdesarrollados hacia los desarrollados. Los fenómenos de la multiculturalidad, y de una sociedad que es cada vez más plurirracional, pluriétnica y plurirreligiosa, traen consigo enriquecimiento, pero también nuevos problemas. A esto se añade, en los países de antigua evangelización, una creciente marginación de la fe cristiana como referencia para la comprensión verdadera y convencida de la existencia” (La Escuela Católica en los umbrales del tercer milenio, 1)
  • “... Por eso nos parece oportuno llamar la atención sobre algunas características fundamentales de la escuela católica que consideramos importantes para la eficacia de su misión educativa en la Iglesia y en la sociedad: la escuela católica como lugar de educación integral de la persona humana a través de un proyecto educativo que tiene su fundamento en Cristo; su identidad eclesial y cultural; su misión de caridad educativa; su servicio social; su estilo educativo que debe caracterizar a toda su comunidad educativa”. (La Escuela Católica en los umbrales del tercer milenio, 4)
En las Constituciones de los Hnos. de la Sagrada Familia encontramos algunas expresiones orientadoras y motivadoras a las que debemos volver porque nos recuerdan nuestra razón de ser e identidad misionera.
  • “El Instituto de los Hnos. de la Sagrada Familia participa en la misión de la Iglesia para edificar el Reino de Dios en el mundo. Nace del impulso apostólico del Hno. Gabriel Taborin...” (Constituciones Nº 15)
  • “El espíritu de familia, núcleo vital de la espiritualidad de los Hermanos, anima las relaciones entre ellos y constituye el principio de estabilidad y unidad del Instituto. Pone una nota distintiva en su manera de obrar, los orienta en su misión entre los hombres, caracteriza su tarea educativa y refuerza los vínculos de humana solidaridad allí donde son enviados”. (Constituciones Nº 14)
  • “Los Hermanos son “enviados” tanto cuando dan testimonio con su vida como cuando trabajan apostólicamente. Se inspiran en el estilo humilde, sencillo y activo de la Sagrada Familia de Nazaret. Como ella, que fue pobre entre los pobres, comparten con sencillez su tiempo, sus cualidades, sus energías y el don mismo de su vocación y prestan una atención especial a los más necesitados”. (Constituciones Nº 18)

F-. EN MISIÓN COMPARTIDA

Para comprender la dinámica interna que ha ido originando este “ecosistema que alienta la nueva relación religiosos-laicos” es necesario aludir a la conciencia e imagen que la Iglesia ha adquirido de sí misma como “Comunión de comunidades” , donde la Comunidad es quien da origen a la Institución: la relación está antes que la organización, la igualdad entre todos antes que las diferencias por cuestión de puestos y ministerios, la llamada común a la santidad antes que las especificaciones vocacionales.
Misión y comunión son dos ejes de la fe cristiana que nos permiten introducirnos en la identidad del misterio cristiano el que tenemos que anunciar y desde el que nos organizamos, educamos y proyectamos. Este es el suelo en el que crece la relación laico-religioso hasta llegar a la “comunidad carismática” . El carisma es el “dinamismo” que impulsa toda la vida de la Comunidad y de cada uno de sus miembros.
  • Esta misión compartida urge a educar para una espiritualidad de la comunión, esa capacidad de sentir al hermano como igual, miembro de la comunidad e hijo de Dios.
  • A educar y organizarnos para la relación de reciprocidad ante las diversas vocaciones, modalidades, dones y riquezas de los integrantes de la comunidad.
  • A educar para que la espiritualidad de la comunión tienda a convertirse en la respiración de la comunidad educativa, el criterio de valorización y el punto referencial para la realización de la misión auténticamente compartida.
  • A educar para que el “ambiente comunitario - el espíritu de cuerpo - el espíritu de familia” se configure como lo privilegiado para la formación de las generaciones jóvenes con miras a la construcción de un mundo basado en el diálogo, la convivencia y la búsqueda de comunión.
  • La misión compartida para dar continuidad y vigor a la misión educativa y evangelizadora de nuestros centros requiere de la formación conjunta: teológico-espiritual, de la identidad carismática, del liderazgo, de los aspectos técnicos y educativos, de las diversas funciones educativas.
  • Requiere especialmente el cuidado y cultivo de algunas bases de una auténtica misión compartida: la escucha atenta del Espíritu, la corresponsabilidad participativa, la gestión de calidad, compartir la vida y espacios fraternos, claridad organizativa en el ser, en el hacer y en el decidir.
En el libro “La Misión del Instituto de los Hnos. de la Sagrada Familia” se señala lo siguiente sobre la misión compartida en los números 16 al 23:
  1. “A partir del Concilio Vaticano II los cristianos hemos comprendido mejor la dimensión comunitaria de la Iglesia y esto ha traído como consecuencia la necesidad de compartir los dones que el Señor nos ha concedido y de unir nuestras fuerzas para potenciar la misión eclesial. Juan Pablo II afirma: «Muchos Institutos han llegado a la convicción de que su carisma puede ser compartido con los laicos. Estos son invitados a participar de manera más intensa en la espiritualidad y en la misión del Instituto mismo». En esta misma línea, nuestro último Capítulo General, celebrado el año 1995, ha añadido al Directorio un nuevo artículo en el que se dice: «Los Hermanos acogen como don del Espíritu el interés mostrado por algunas personas cercanas al Instituto hacía su carisma y misión. Ven en ello una llamada a vivir la comunión eclesial en la complementariedad vocacional (...) El Instituto, según sus competencias y posibilidades, anima y coordina los grupos y las personas que quieren compartir su espiritualidad o colaborar en su misión».
  2. “Estos caminos nuevos de comunión y de colaboración merecen ser alentados por todos". En el comienzo del tercer milenio, los Hermanos vemos ahí un medio muy válido para renovar nuestro dinamismo espiritual y apostólico. Nos sentimos urgidos a compartir la riqueza de nuestro carisma con los seglares. Para facilitarlo:
    • En nuestras actividades, intentamos crear un clima de compañerismo, de respeto y de acogida recíproca, ayudándonos unos a otros.
    • Deseamos integrar cada vez más a los seglares en nuestras obras apostólicas, compartiendo con ellos las diferentes responsabilidades.
    • Animamos a los laicos a participar en las Fraternidades Nazarenas que les facilita su progreso espiritual, teniendo en cuenta sus condiciones de vida, de familia y de profesión, firmemente adheridos al carisma taboriniano.
    • Ayudamos a crear diferentes grupos cristianos de jóvenes, padres y educadores, y compartimos con ellos muy gustosamente nuestro carisma y misión”.
  3. “Nuestra Comunidad religiosa quiere ser levadura que poco a poco vaya fermentando toda la masa, empezando por los más próximos:
    4º. Padres, alumnos, catequizandos, jóvenes, simpatizantes, adolescentes
    3º. Grupos cristianos de adultos SA-FA
    2º. Fraternidades nazarenas
    1º. Hermanos Sagrada Familia”
  4. “En los tiempos actuales la Iglesia no puede permanecer indiferente ante tantos millones de seres humanos que viven sin saber que Dios los ama: la urgencia misionera es prioritaria tanto para cada cristiano en particular como para toda la comunidad eclesial. Queremos poner todos los medios que están a nuestro alcance para comunicar la Buena Noticia que procede del Evangelio. Entre éstos, la escuela católica ocupa un sitio privilegiado, pues es considerada como lugar de «auténtica y específica acción pastoral». Por ello ha sido colocada «en el corazón de la Iglesia».
  5. “Seglares y religiosos participamos en la misma misión compartida, tanto en la escuela como en la catequesis y en la animación litúrgica. Todos también los seglares, «somos enviados» a evangelizar: los educadores estamos profundamente convencidos de que participamos en la misión santificadora y educadora de la Iglesia. La misión compartida la realizamos conjuntamente entre todos: sacerdotes, religiosos y seglares. Para ello es necesario avanzar en un nuevo tipo de relaciones mutuas: «Manteniendo cada uno su característica vocacional propia, sacerdotes, religiosos y laicos deben integrarse plenamente en la comunidad educativa y tener en ella un trato de verdadera igualdad». La apertura de cada uno a los demás permitirá un respeto y un enriquecimiento recíprocos que facilitará el trabajo conjunto en la obra común. La misión compartida es responsabilidad de todos. Nos incumbe especialmente a los que estamos más directamente implicados, pero afecta también a todos cuantos formamos el Pueblo de Dios.
    Por esto, la jerarquía de la comunidad cristiana tiene también una responsabilidad particular. Es tarea de los pastores el «reconocer y promover los ministerios, oficios y funciones de los fieles laicos, recibidos en el Bautismo, en la Confirmación y, para muchos de ellos, también en el Matrimonio»
  6. “Compartir la misión» no es sólo participar en un mismo proyecto educativo. La misión es sobre todo un “problema de fe”. El llegar a percibir la labor educativa y catequética como auténtica misión y el admitir vivencialmente que lo que un educador, un catequista o un animador litúrgico es y hace constituye un verdadero ministerio, requiere un proceso que va desde reconocerse servidor de los jóvenes hasta descubrirse como signo de Dios y de la Iglesia en la actividad pastoral. La comunidad cristiana facilita el recorrido de este itinerario. Ella es lugar de encuentro de cuantos compartimos la misma misión desde la fe. Además es también «fuente» de misión, ámbito donde muchos comienzan a experimentar su labor como ministerio, donde otros muchos acrecientan esta experiencia y desde donde todos vuelven con impulso renovado. Esta comunidad cristiana es mediadora de la Iglesia en la evangelización que realiza con los jóvenes. Es el signo visible de que el Reino de Dios se hace presente hoy y aquí”.
  7. “Los que compartimos la misma misión estamos invitados a comprometernos libre y generosamente con el mismo carisma, ya seamos religiosos o seglares. Vivimos el mismo carisma de maneras diferentes pero complementarias. Los que somos seglares ofrecemos nuestras cualidades individuales, nuestros compromisos personales, nuestra profesionalidad, el conocimiento directo de la realidad en la que estamos inmersos y nuestro testimonio de constructores del Reino de Dios en el mundo. Los que somos religiosos aportamos nuestro testimonio de personas consagradas, la vivencia del carisma del H. Gabriel, el patrimonio de nuestras comunidades y nuestra entrega plena a la obra común”.
  8. “La misión compartida nos exige estrechar la colaboración entre sacerdotes, Hermanos y seglares, y facilitar la integración de todos en los diferentes niveles. A ello nos ayudará:
    • Mantener una relación abierta basada en el espíritu de familia que se manifiesta en detalles concretos en la vida cotidiana, en el trato sencillo y cercano. Buscar formas y lugares de encuentro.
    • Intensificar la formación pedagógica y religiosa, y profundizar, conjuntamente, religiosos y seglares, en el carisma que Dios concedió a su Iglesia a través del H. Gabriel”.

Hno. Aurelio,
Junio de 2010