En tus manos la MEMORIA ESCOLAR de 1965.
Un año más de vida de tu Colegio y Liceo. Síntesis apretada de una labor, síntesis en letras y sobre todo en grabados.
Algunas cosas se dicen, muchas más, quedan en el silencio para qu tú, alumno, no tanto las adivines, sino, las recuerdes.
Tú has sido quizá actor. ¿Pero te gustaría que toda tu vida de Colegio quedase consignada en estas páginas? ¿Verdad que no? Escucha tu respuesta; seguramente que no te agradaría.
En un año sucede muchas cosas; unas que son ejemplo y lección a seguir; otras, que es mejor guardar en el secreto del fuero interno, porque no son ni ejemplo ni lección.
Travesuras de estudiante, inconsciencia de colegial, de las que hoy quizá estés arrepentido y lamentes hayan sido así.
Pero no cabe duda que hay en tu vida de todo el año, al ampra de la Sagrada Familia, muchos actos dignos de consignarse en las crónicas y esto es lo que tienes entre manos.
Empieza por la fiesta, que para ti, es recompensa de tu esfuerzo de un año y termina con el último día de un curso fatigoso y arduo, pasando por momentos de oración, esaltación patriótica y actividad deportiva.
Te cabe, pues, ante esta MEMORIA, hacer un examen de conciencia, un careo contigo mismo. Esamen sincero que te ponga frente a una realidad.
¿Fructuoso el año 1965? Esta es la pregunta. De nada servirá engañarte. Además, ¿será posible que te engañes a ti mismo? Pues, sí, y no porque tus razones sean convincentes, sino porque como humano, quieres encontrar una justificación a tus actos que te libere de responsabilidad y te dé tranquilidad. Por eso quiero que tu examen sea sincero.
¿Verdad, estimado alumno, que podías estar más contento de tu trabajo en el estudio? ¿Verdad que tu nota de promoción podía haber sido más satisfactoria? Y si no fuiste promovido, ¿verdad qeu podías haberlo sido? Y si vamos a tu progreso en lo espiritual ¿verdad qeu podías ser mejor de lo que eres?
Reconoce que no siempre aprovechaste la lección de tus Maestros y Profesores; que hiciste oídos sordos a los consejos prudentes y advertencias amables de tus educadores, que opdían haber orientado tu vida en otro sentido; reconoce tu indiferencia ante los nobles ideales propuestos a tu acción. Quiz&aaute; en un momento vibraste emocionado ante un programa que se te trazó; pero pronto tu entusiasmo se diluyó en la niebla de la inconsistencia e indecisión.
Lamentas ahora, quizá, tu indiferencia. “Podía haber hecho más de lo que hice”, te dirás con un fondo de arrepentimiento sincero; “en tal circunstancia tenía que haber procedido de otra manera”. Estas y otros mil reconvenciones te harás a tu conducta.
Paro ya todo pasó; a lo hecho no hay remedio, pero sí, se puede y se debe sacar lección para el futuro.
Después de unos meses de vacación, vendrá otra vez la lucha; volverás al aula. ¿Con buenos propósitos? No cabe la menor duda. El estudiante, sea niño o joven, está siempre animado de buenos propósitos; hay en él una carga de entusiasmo inagotable que no siempre aprovecha, ni sabe explotar; pero nadie duda de que la hay. Tu Director está seguro de ello y también lo están tus educadores. Uno y otros quieren ayudarte a hacer de ti el hombre cabal del mañana, no solamente lleno de nobles ideales, sino de realizaciones fecundas.
Para que así sea, esos hombres, que son tus maestros, que te acompañan un día y otro, sin desmayos, ni claudicaciones, se han consagrado a Dios con la finalidad de tender a la santidad, cierto, pero a través de una actividad específica cual es la formación integral de la niñez y la juventud, la tuya en concreto.
Noble misión que tendría que despertar en ti ansias de imitación, anhelos de seguimiento. El joven es generoso por razón de su edad; en la batalla se mueve como en ambiente propio; el entusiasmo es la tónica de su vida.
Esta vocación de lucha, de sacrificio y abnegación, de entrega a los demás, debía mover los estratos más profundos del alma juvenil para la acción ideal de la santidad.
Cuando esto leas, querido alumno, estarás de vacaciones, quizás en una total inactiviad intelectual. Te pido sacudas la modorra que herrumbra los engranajes de tu vida y te pongas a pensar seriamente en tu futuro.
Las vacaciones están hechas sí, para el descanso, pero no, para dormirse en el sueño del perpetuo abandono.
Quisiera que estos pensamientos te sirvieran de meditación; rúmialos de vez en cuando, que serán alimento nutritivo para el período de descanso, de modo que cuando vuelvas a la lucha, vengas con propósitos resueltos y con decisiones firmes.
Que Dios te acompañe en estas vacaciones, que te deseo muy felices, las más felices de tu vida y que la Sagrada Familia, bajo cuyo amparo has pasado tu año escolar, vele sobre ti y te libere de todo mal de alma y cuerpo.
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