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Mensaje de Navidad del Hno. Animador General

Mensaje de Navidad del Hno. Animador General

“Se les presentó el Ángel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió en su luz...
No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor".

(Lc 2, 9 – 11)

Estimados Hermanos, miembros de las Fraternidades Nazarenas, Aspirantes a Hermanos, Comunidades Educativas, Comunidades cristianas, Catequistas y amigos de la Familia Sa-Fa:

Quiero comenzar este Mensaje de Navidad recordando la cita del evangelista San Lucas. “Os anuncio una gran alegría que lo será para todo el pueblo: os ha nacido un Salvador”. Este anuncio a los pastores vuelve a repetirse hoy dirigido a nosotros, nuevos pastores del siglo XXI.

La Navidad es un tiempo y un sentimiento. Todos procuramos que el tiempo de Navidad sea especial y para ello lo llenamos de gestos, tradiciones, viajes y regalos a los que damos sentido y valor. Así mismo, en nosotros recobran una fuerza grande algunos sentimientos como la alegría, el amor, la amistad, la paz, la familia, la solidaridad o la ilusión, que despiertan el anhelo de alcanzar lo mejor de la vida para nosotros y para los demás.

La Navidad nos convoca

La Navidad es un tiempo y un sentimiento, pero sobre todo es un acontecimiento. Es el cumplimiento de las profecías al Pueblo de Dios: “El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande... Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado” (Is 9,1.5). Es la manifestación más grande del amor de Dios que se hace hombre en la humildad de Belén. Un Dios que se abaja, se hace presencia y comparte la vida de los hombres.

La Navidad es uno de los misterios más determinantes del cristianismo, nos recuerda la encarnación de Dios en un hombre: Jesús, que ha venido al mundo para salvarnos, liberarnos y elevarnos a la categoría de hijos. Hacerse carne, como Jesús se hizo en la familia de María y José, es llevar a cabo el plan de Dios desde dentro, desde lo humano. Por eso, a nosotros, la Navidad nos lleva necesariamente a poner a Cristo en el centro porque es el que nos convoca a celebrar.

¡Cuánto nos cuesta hoy reconocer el misterio central de la celebración! Ha ido ganando demasiado terreno el ruido del mercado y pareciera que celebrar la Navidad se reduce al consumo y a la diversión. Es por ello, que se necesita un ejercicio de memoria y de fe, para volver a poner en el centro el misterio de Jesús hecho hombre. Esto es lo que nos convoca.

La Navidad es alegría

Es la alegría de los sencillos, de los niños, de los que ven con los ojos del corazón, de los que descubren el sentido profundo de la vida, de los que se abren a la transcendencia, de los que son capaces de sorprenderse. Es la alegría que estalla desde dentro. Es una alegría llena y plena frente a tanta alegría impuesta, obligatoria, proclamada desde la pantalla de la televisión. También debemos de ser conscientes de que la Navidad es una fiesta que no es alegre para todos y, precisamente por ello, los cristianos tenemos 1la irrenunciable responsabilidad de insistir en la entraña de la alegría navideña, porque Jesús es esperanza para todos.

Los pastores de Belén fueron quienes primero descubrieron la alegría de la Navidad. Las figuras de los pastores aparecen en los belenes con diversas representaciones: escuchando al ángel, caminando al portal, ofreciendo de rodillas sus regalos o volviendo a sus casas. Así, ellos son el prototipo de las personas que se abren y reconocen al Señor. Quiero detenerme un momento en la experiencia de estos hombres que tanto nos enseñan, Jesús mismo se definió como el Buen Pastor.

Dice el texto: "Y fueron a toda prisa, y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, dieron a conocer lo que les habían dicho acerca de aquel niño; y todos los que lo oyeron se maravillaban de lo que los pastores les decían. Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho." Lc 2, 16 – 20.

Los pastores fueron en busca del Niño porque escucharon la voz del Ángel e inmediatamente se pusieron en camino. Un camino que hacen “a toda prisa”, digamos que con entusiasmo. Muchas veces hay que salir de nuestra comodidad para descubrir algo nuevo y para encontrarnos con los demás. En esta cita evangélica que comentamos, la iniciativa es de Dios y nos invita a dar respuestas. Los pastores supieron responder, acercarse, creerse la palabra de Dios. Es la respuesta que debemos dar si queremos llegar a encontrarnos con el amor de Dios y experimentar la alegría de sentirnos amados.

La Navidad es encuentro

“Se encontraron con María, José y el niño acostado”. Como Familia Sa-Fa también estamos invitados a realizar este encuentro con la Sagrada Familia, “que ilumina y orienta nuestra espiritualidad” (38º Capítulo General). La alegría de lo que vieron los pastores y del encuentro con María, José y el Niño les llevó a compartir con los demás esa fe: “todos los que les oyeron se maravillaban”. Quiero resaltar que los pastores hacen el camino a la gruta de Belén en grupo, no es un viaje en solitario, y el testimonio que dan ante los demás es también como grupo. Así mismo, nosotros escuchamos en muchas ocasiones la voz del Señor como grupo, como comunidad y por ello estamos invitados a hacer este camino juntos: ir hasta Belén y Nazaret para encontrarnos con la familia de Jesús - “bajo el humilde techo de Belén y Nazaret” (H. Gabriel) - y dar un testimonio comunitario de lo que vivimos y descubrimos.

El retorno de los pastores a la vida cotidiana lo hacen “glorificando y alabando a Dios”. Es la actitud de quienes se han encontrado verdaderamente con él. ¡Cuántas veces nosotros, como Familia Sa- Fa, retornamos a nuestras casas y comunidades con este espíritu después de haber pasado unos días de formación, de convivencia, de campamentos o de ejercicios! Es el gozo de quiénes se han visto tocados por la gracia de Dios y se han abierto a los dones de los demás. Seamos agradecidos con el Señor y con los hombres.

Estos días escucharemos y diremos muchas veces “Feliz Navidad”. Estas dos palabras, cuando se dicen con sinceridad, condensan los buenos deseos de quien las pronuncia para quien las recibe. Que esta Navidad:

  • Cuidemos el encuentro con Jesús en la oración y en la Eucaristía. Es ahí donde le reconoceremos como “el pan de vida, la luz, el camino y la vida”. Que en cada Eucaristía celebrada en este tiempo podamos imitar la actitud de los pastores en su visita a Belén, donde reconocieron al Salvador.
  • Cuidemos el encuentro con la Sagrada Familia celebrando la fiesta litúrgica del día 29 de diciembre.
  • Y cuidemos el encuentro con los otros, con la familia y con todos, porque finalmente la suma de las relaciones va determinando nuestra identidad Sa-Fa.

Vivamos la vida con verdadera pasión, encuentro y alegría en esta Navidad.

Feliz Navidad a todos, a vuestras familias y a vuestras comunidades.

Roma 9 de diciembre 2019
H. Francisco Javier Hernando de Frutos AG


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