Miriam de Lisa

En ciertas ocasiones nos atropellan las noticias tristes. Pareciera que no nos quieren dar tregua para reponernos de un luto y ya comenzar otro.

En estas circunstancias, sólo nos queda echar mano a la fe para mantener la esperanza de otra vida donde nos encontraremos nuevamente juntos sin penas y en plenitud eterna.

Hace pocos días nos llegaba la noticia del fallecimiento de Miriam de Lisa. Falleció en su Salto natal. Cuando se jubiló estuvo viviendo en Lomas de Solymar y era el “alma mater” de la capilla del Sagrado Corazón que tenemos los Hermanos en nuestra Casa de Espiritualidad de dicho balneario.
Años y años compartiendo con Miriam la catequesis de Primaria e Inicial con el entusiasmo que le caracterizaba y la dedicación de una persona de fe católica que hacía coincidir sus palabras con sus obras.

También estuvo en el colegio trabajando en Secundaria como profesora de Física durante bastantes años. Su capacidad pedagógica quedó en el recuerdo y aprecio de sus alumnos y compañeros docentes.

Nuestro grupo de catequistas de aquellos años se va reduciendo en la tierra y aumentando en el cielo. Con seguridad que el Señor la recibió con el saludo de los bienaventurados: ”Ven, bendita de mi Padre, porque me respetaste y trataste con cariño; me ayudaste de variadas formas y me valoraste en toda circunstancia; me enseñaste y acompañaste con paciencia y dedicación; tu entusiasmo por hacerme conocer y querer por los niños y jóvenes abrieron muchas puertas a la Buena noticia del Evangelio. Ven, y disfruta del amor eterno del Padre–Dios”.

Recuerdo con especial cariño aquellas celebraciones de fin de curso, en la capilla del colegio, con los pequeños, donde la alabanza y el agradecimiento a Dios transformaban la capilla en un pequeño mundo de animales, plantas, ruidos, trinos, cantos, ladridos, peces callados, alguna paloma que volaba buscando donde posarse; no era ordenado, según mi criterio..., pero era la fiesta de los regalos de Dios en la naturaleza, en la familia, en el colegio... Y la canción del “Vienen con alegría, Señor, cantando vienen con alegría…” que era un clásico de Miriam para todas las circunstancias.