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Mensaje de Navidad del Hno. Superior General

Mensaje de Navidad del Hno. Superior General

“El pueblo que vivía en las tinieblas vio una gran luz”

(Isaías 9, 1-3)

Estimados Hermanos, miembros de las Fraternidades Nazarenas, Aspirantes a Hermanos, Comunidades Educativas, Comunidades cristianas, Catequistas y amigos de la Familia Sa-Fa:

Con palabras del libro del profeta Isaías invito a toda la Familia Sa-Fa a detenernos en la simbología de la luz en el misterio de la Navidad. El símbolo de la luz ya aparece en las primeras palabras del libro del Génesis: “Hágase la luz”. A través de diversos símbolos la Biblia nos presenta pedagógicamente a Dios. El símbolo de la luz en los textos sagrados es una analogía didáctica para hablarnos de Dios. El prólogo del Evangelio de San Juan se refiere al Verbo hecho carne como la «luz verdadera que ilumina a cada hombre» (1,9).

Así pues, el misterio de la Navidad se identifica con el gran símbolo de la luz, rico de significado espiritual. Ese Niño-Dios que nace en el portal de Belén viene para ser luz y alumbrar las tinieblas de cada uno de nosotros y de las personas de todos los tiempos. El Niño-Jesús se hizo carne para iluminar las tinieblas de nuestro mundo, de nuestras enfermedades, de nuestras heridas y sufrimientos.

En visión bíblica, las luces y las sombras de nuestras vidas son todo un símbolo que evoca una realidad que afecta a lo íntimo de cada uno de nosotros. Como lo anunció el profeta Zacarías, el Mesías vendría “para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte; para encaminar nuestros pies por el camino de la paz” (Lc 1,79). Un año más, la liturgia navideña nos apremia con insistencia a dejar iluminar nuestra mente y corazón por Dios que mostró su Rostro en el Niño recién nacido.

Los miembros de la Familia Sa-Fa estamos invitados esta Navidad a hacer fecunda la luz del Evangelio mediante el testimonio personal y colectivo. ¿Pero cómo ser luz en medio de nuestros ambientes? El profeta Isaías nos ofrece una respuesta muy directa: “Comparte tu pan con el hambriento, abre tu casa al pobre que no tiene techo, viste al desnudo y no des la espalda a tu propio hermano” (Is 58,7), todo un plan de acción a poner en práctica esta Navidad.

La celebración de la Navidad puede ser una oportunidad para iluminar mediante nuestro “espíritu de familia” a cuantas personas entren en contacto con nosotros, especialmente en los tres ambientes en los que solemos movernos los miembros de la Familia Sa-Fa.

  • En las Comunidades Religiosas y Fraternidades
    • Ser luz en estas realidades nos pide proclamar que ser “hermanos y hermanas” es una buena noticia que acogemos y proclamamos en los medios donde tenemos que vivir. Testimoniamos y proclamamos que Dios es nuestro Padre. Nos comprometemos y aceptamos que la construcción de la Comunidad Religiosa y de la Fraternidad es tarea de todos. Dejémonos cambiar por el Evangelio y esforcémonos por entender nuestra existencia en clave de fe, sabedores que la comunidad de Jesús es el lugar del amor, de la alegría y de la paz, mientras que la dominada por las tinieblas lo es del odio, de la tristeza y de la violencia.
  • En las Comunidades Educativas, cristianas y grupos juveniles Sa-Fa
    • Ser luz en estas realidades nos pide “hacer que nuestras Comunidades y grupos Sa-Fa sean “taller” (lugar de trabajo con entrega y calidad), “hogar” (espacio de humanización: escucha, acogida, diálogo y acompañamiento) y “templo” (ámbito de transcendencia, fe y celebración); de modo que actualicemos el trabajo, el amor y la oración que la Sagrada Familia vivió en Nazaret. Este compromiso exige el testimonio personal de lo que creemos, la coherencia de vida y el dinamismo apostólico.
  • En las familias de nuestros ambientes
    • Ser luz en esta realidad nos pide promover el Evangelio como fuente de vida entre las familias para ayudarlas a alcanzar mayor plenitud de vida humana y cristiana. Concretemos los caminos que tenemos que recorrer para responder a esta urgencia. Vivamos el “espíritu de familia” como manera de ser y de obrar y pongamos en práctica las actitudes que nos caracterizan: amor, perdón, unión, aceptación, sencillez, entrega, honestidad, sinceridad, humildad y respeto.

La imagen bíblica de la luz se adapta debidamente a la realidad de la Navidad. La luz permite enfocar bien nuestra vida. Con la luz del Niño Dios no se nos escaparán los compromisos de la misión por nuevos y difíciles que sean. Con dicha luz los problemas de siempre pueden tener respuestas nuevas y adecuadas. Para todo miembro de la Familia Sa-Fa, ser luz es un compromiso y una responsabilidad para toda la vida. Ser luz es un enfoque de la vida con implicaciones en nuestras relaciones familiares, con amigos, en el trabajo, en la parroquia, en la escuela o en cualquier lugar donde nos encontremos. “Así debe alumbrar nuestra luz delante de los hombres” (Mt 5,16).

En el entorno de Belén, con la luz del recién Nacido llegó la claridad a María, a José, a los pastores y a los magos. Todos ellos se vieron sorprendidos por una claridad que iluminó la noche de sus corazones.

Quisiera que en estos días el mensaje de luz y de esperanza del nacimiento de Jesús llegue a toda la Familia Sa-Fa. Vivamos intensamente estos días de Navidad junto a los protagonistas del portal de Belén y aprendamos de la Sagrada Familia a ser comunidades y familias evangelizadas y evangelizadoras.

Feliz Navidad.

H. Juan Andrés Martos Moro SG


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